Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone La Independencia de Brasil

        Siete de septiembre.  Fiesta nacional. El día de la Independencia de Brasil.

        En todo el País las conmemoraciones se hacen presentes.

        Con desfiles militares, escolares, civiles. Discursos, bandas, orquestas.

        Se evoca el año 1822 en verso y prosa.

        Se enaltece a Don Pedro I como el Libertador.

        Desde su osada desobediencia a las determinaciones de la Metrópoli portuguesa, no regresando a Portugal, estaba proclamada la Independencia de Brasil.

        El Príncipe tenía sus noches pobladas de sueños de amor a la libertad.

        Desenvolvía en el Espíritu las nociones de la solidaridad humana.

        No representaba el tipo ideal necesario a la realización de los proyectos espirituales, pero era voluntarioso. Y él era la autoridad.

        Los patriotas ya no pensaban en otra cosa que no fuera la organización política de Brasil.

        La imprenta de la época concentraba las energías nacionales para la suprema afirmación de la libertad de la Patria.

        Las personas vivían en la expectativa. Todos los corazones aguardaban.

        Entonces, en el retorno de su viaje a San Pablo, un correo lleva a conocimiento de Don Pedro las nuevas imposiciones de las cortes de Lisboa.

        Precisamente allí, en los márgenes del Ipiranga, le sale el grito: ¡Independencia o Muerte!

        Sin sospechar, Don Pedro I era un instrumento dócil de un  Emisario Divino que velaba por la grandeza de la Patria.

        El hecho se consumó y, en seguida, los versos del Himno de la Independencia eran cantados: Ya podréis de la Patria hijos, ver felices la Madre gentil. Ya rayó la libertad, en el horizonte del Brasil.

        La independencia de Brasil resultó del trabajo intenso de los grupos espirituales junto a los hombres. Muchos hombres dieron sus vidas por ese Ideal.

        Son 185 años los transcurridos de nuestra Independencia.

        Miramos nuestro País inmenso, un gigante geográfico y nos preguntamos: ¿Somos realmente libres?

        La verdadera independencia es moral.

        Mientras sigan vigentes el jeitinho brasileiro (soluciones poco éticas) y la Ley de Gerson (obtener ventajas en todo), no seremos libres.

        Cuando asumamos nuestro papel de hombres dignos, correctos, fieles a los ideales nobles, seremos libres.

        Cuando el estandarte de la solidaridad y de la tolerancia se implante en nuestros corazones, la bandera verde y amarilla temblará más bella.

        Cuando alarguemos los brazos por el bien de la comunidad, las estrellas de la Tela Patria lucirán con mayor intensidad.

        Cuando el orden y la disciplina sean parte de nuestras acciones el blanco del Pabellón Nacional habrá alcanzado el verdadero sentido: la paz.

        Para que el progreso real se concretice es necesario que las individualidades crezcan. La suma de las conquistas personales resultará en el crecimiento colectivo.

        Hoy es un día excelente para que uno se proponga a trabajar por nuestro Gigante.

        Dicen que está dormido, eso porque sus hijos duermen. La Madre gentil que nos recibe en esta etapa de la vida en el planeta merece nuestro esfuerzo.

        Si quisiéramos, y solo si quisiéramos, podremos hacer verdadera, desde ahora, la asertiva espiritual: Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio.

        Corazón que late, que ama, que no relega a sus hijos al abandono. Y, en la medida que puede, recibe y ampara a los hijos de otras tierras.

        Patria del Evangelio que irradia el bien, que sirve de modelo, que lucha por la Justicia, por la Verdad.

        Independencia moral. Crecimiento real. ¿En este día, vamos todos empezar a luchar por tales objetivos?

* * *

        ¿Usted sabía que Tiradentes, muerto en el año 1792, continuó después de su muerte a trabajar por la Independencia del Brasil?

        Él estaba con el Príncipe Regente Don Pedro en el Grito del Ipiranga.

        Eso demuestra que los Espíritus, dejando la carne, prosiguen en los Ideales abrazados.

        Los Espíritus, como los hombres, aman la tierra que les sirvió de cuna, se interesan por las colectividades, trabajan por el bien general.

Redacción del Momento Espírita, con base en los capítulos 18 y 19 del libro
Brasil, Coração do Mundo, Pátria do Evangelho, por el Espíritu Humberto
de Campos, psicografía de Francisco Cândido Xavier, ed. Feb, Brasil.

En 28.01.2008.

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