Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Filiación divina

        En el programa de televisión se comentaba acerca de la multiplicidad de las existencias.

        Los representantes de las diferentes religiones presentes eran cuestionados uno tras otro durante el desarrollo del programa, con intervalos de  publicidad.

        El interés del público era notorio, pues las preguntas llegaban  continuamente por las líneas telefónicas.

        Cada participante contestaba de acuerdo con los preceptos y conceptos de su religión.

        Algunos, con la visión de la vida única. Otros, afirmando la existencia de muchas vidas, o sea, la reencarnación.

        Después de hora y media se terminó el programa. Entre bastidores las despedidas, los comentarios.

        Despidiéndose de uno de los representantes, el espírita le tendió la mano y le deseó paz, destacando:

        Señor, podemos pensar de manera distinta en muchas cuestiones religiosas. Con todo, estoy seguro de que concordamos en algo: usted y yo somos ambos hijos de Dios.

        ¡Hijos de Dios! ¿Ya hemos comprendido que fuimos creados por el amor Divino y que somos hijos del Ser Todopoderoso, soberanamente justo y bueno?

        ¡Filiación Divina! Fue Jesús que nos presentó la Divinidad como Su Padre y nuestro Padre. Padre de todos nosotros.

        Dios es Padre porque creó todo y a todos, estableciendo que todos deberán “aprender a administrar todo a lo largo de las experiencias evolutivas.”

        Dios es Padre porque es de Su bondad enviar a Sus hijos a las escuelas de los Mundos, con la finalidad de retirarlos de la ignorancia y abrirles el entendimiento acerca de todo lo que existe en el Universo.

        Dios es Padre porque prueba a Sus hijos, velando a cada paso si las enseñanzas de la vida abundante fueron asimiladas.

        Dios es Padre porque no castiga. Antes, permite el rescate de los errores cometidos. Por el ejercicio del libre albedrío da a cada uno la posibilidad de ser feliz o desdichado, aprendiendo a ser dueño de su destino.

        Dios es Padre porque renueva las oportunidades de realizaciones, permitiendo la evolución gradual y continua de Sus hijos, rumbo a la vivencia feliz que todos anhelamos.

        Dios es Padre porque nos ampara cuando la frialdad del Mundo nos aflige el alma. Nos reconforta cuando la lágrima y el dolor nos visitan.

        Finalmente, por equilibrarnos en cada momento de la existencia en el Mundo, sea de felicidad o de tormenta.

        Dios es Padre porque nos posibilita la capacitación en los aprendizajes más específicos o más generales.

        Como escuela nos ofrece el planeta en que nos movemos y como laboratorio el Universo infinito.

        Dios es Padre porque nos ha creado para la perfección, aguardando que ascendamos la escalera del progreso, rumbo a los cielos más altos.

        Dios es Padre porque dispone todo, poniendo Su mirada providente sobre nosotros, siempre pronto para atendernos.

* * *

        Delante de nuestra inigualable calidad de hijos de Dios, no menospreciemos nuestra propia posibilidad de desarrollarnos.

        Delante de esa constatación de la filiación Divina, reconozcamos que debemos portarnos como hijos del Gran Señor, atentos y ponderados.

        Consideremos que todos los seres humanos somos hermanos, así seamos fraternos y cooperadores entre nosotros.

        Todo eso para merecer esa condición que permite seamos venturosos sobre la Tierra, en la condición de hijos de Dios.

Redacción del Momento Espírita, con base en el cap.“A paternidade de  Deus”, del libro “Em nome de Deus”, del Espíritu José Lopes Neto, psicografia de Raul Teixeira, ed. Fráter, Brasil.
02.01.2008.

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