Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Amor fraternal

El rey Salomón fue un rey judío considerado uno de los más sabios. Durante su reinado, vivieron en Siam dos hermanos que eran agricultores y sembraban trigo.

Cuando llegó la época de la cosecha, cada uno fue a cosechar el trigo en su campo.

Cierta noche, el hermano mayor juntó varios haces de su cosecha y los llevó para el campo de su hermano más joven, pensando:

Mi hermano tiene siete hijos. Son muchas bocas para alimentar. Es justo que yo le ofrezca una parte de lo que obtuve.

Sin embargo, el hermano más joven también fue para el campo, juntó varios haces de su propio trigo, llevó hasta el campo de su hermano mayor, diciendo para sí:

Mi hermano está solo, no tiene a nadie que lo auxilie en la cosecha. Es bueno que yo divida una parte de mi trigo con él.

Por la mañana, cuando ambos se despertaron y fueron para el campo se quedaron sorprendidos de encontrar exactamente la misma cantidad de trigo del día anterior.

En la noche siguiente, cada uno tuvo el mismo acto de gentileza con el otro.

Al despertarse, nuevamente encontraron sus stocks intactos.

Fue en la tercera noche, sin embargo, que ellos se encontraron en el medio del camino, cada cual cargando para el campo del otro un haz de trigo.

Se abrazaron fuertemente, vertieron muchas lágrimas de alegría por la bondad que los unía.

La leyenda cuenta que el rey Salomón al tener conocimiento de aquel amor fraternal, construyó el Templo de Israel en aquel lugar de fraternidad.

*   *   *

El amor fraternal es uno de los ejercicios para alcanzar la excelsitud del verdadero amor.

Muchas veces, los que nacemos en una misma familia como hermanos de sangre somos Espíritus que ya nos conocimos anteriormente en otras existencias.

Eso explica los lazos de afectividad que nos une. Sin embargo ocurren casos en que los hermanos se odian hasta el punto de destruirse mutuamente, conmueve observar como otros tantos se aman y se auxilian.

Se percibe, por su manera de actuar, que nacieron para ampararse mutuamente y alcanzar objetivos altruistas.

Es conmovedor observar como Dios dispone los seres de manera a ejercitar el amor.

Nos acordamos de una familia en la cual el segundo hijo es portador de una enfermedad que lo imposibilita, desde los primeros años de la infancia, a tener una vida dentro de los parámetros considerados normales.

Necesita de constante amparo, pues hasta para alimentarse no consigue hacerlo solo.

Y el hermano más joven, extremadamente dedicado, está siempre listo para atenderlo. Yo te ayudo, son sus palabras más frecuentes.

Amor fraternal. Felices los que aprovechan la oportunidad del ejercicio y establecen puentes eternos de su corazón a otro corazón.

*   *   *

¿Tú sabías?

…¿que nuestras familias son planeadas antes de nuestro renacimiento?

¿Y que en ese planeamiento son considerados nuestros contactos anteriores?

Esto explica, sin lugar a dudas, las simpatías y antipatías que, desde la cuna, envuelven a aquellos que nos reunimos en una misma familia.

 

Redacción del Momento Espírita con
base en una leyenda judaica.
En 21.7.2014.

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