Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Y el sembrador salió a sembrar...

        En el Evangelio de Mateo, cap. XII, vv. 1 a 9, encontramos el relato de una bella y profunda enseñanza de Jesús.

        El Apóstol cuenta que “En aquél mismo día, saliendo Jesús de casa, se sentó a la orilla del mar; y se reunió a su alrededor una gran multitud de personas, por eso, subió en un barco, en donde se sentó, estando el pueblo en la ribera; y les dijo, muchas cosas por parábolas, hablando de esta manera:

        Aquél que siembra, salió a sembrar…”


        Nos quedamos, entonces, a imaginar como sería un sembrador. ¿Sería un santo, un profeta, alguien especialmente escogido?

        No. Un sembrador es alguien que se arremanga, toma las semillas y sale para sembrar.

        Hecha su parte, el sembrador confía en el suelo fértil que favorecerá la germinación, la floración y la fructificación.

        Él sabe que muchas semillas se perderán, aún así sigue sembrando.

        En la historia de la Humanidad hubo muchos sembradores, que diseminaron las semillas de las ideas nobles…

        Mas, por negligencia, indolencia o mala voluntad de aquellos que las recibieron, muchas no germinaron…

        Otras, al contrario, nacieron y dieron buenos frutos, posibilitando a muchas personas la oportunidad de recibir nuevas y prosperas semillas.

        En la actualidad, encontramos un sembrador…

        ¿Qué religión tiene? ¿A cuál clase social pertenece? ¿Qué estudios tiene? Bueno, todo eso no importa. Es él nada menos que un sembrador…

        Empezó hace algunos años, con la ayuda de un amigo, un movimiento intitulado Usted y la paz.

        Al término de uno de esos eventos, él nos comentó un poco acerca de esa experiencia:

        “Cuando empezamos teníamos muchas incertidumbres…

        ¡Tanta violencia declarada y oculta!

        ¿Sería correcto el silencio, en nombre de la humildad, de la confianza en Dios, transfiriendo la tarea para los cielos?

        Después de reflexionar por más de un año, de haber visitado más de 30 penitenciarias alrededor del mundo y más de 50 cárceles…

        Viviendo en un barrio miserable y agresivo, trabajando con niños que solamente conocen la agresividad, el abandono y el sufrimiento, decidí iniciar el movimiento, con el apoyo de un amigo que se dispuso a ayudarme.

        “Usted y la paz”, porque la violencia está ínsita en las personas y cuando estas cambiaren, el mundo en su entorno será mejor.

        Seguí adelante. Hubo grande repercusión pública. Pero, era la clase social media, en general, la que más participaba.

        Decidí visitar también los barrios violentos de la periferia. La receptividad en esas comunidades fue conmovedora.

        Ya visitamos 32 barrios en los últimos años, hablándoles desde tribunas montadas en sus pequeñas plazas.

        Entrevistas hechas en la televisión, en la radio y en los diarios, llevaron más de 15.000 personas al 9º. Movimiento que recién realizamos.

        Un notable cristiano, orador clásico, en la lucidez de sus 86 años, nos viene acompañando en los 4 últimos años, coherente con nuestro deseo de tornar el evento neutro, sin carácter político o religioso.

        Aprendí que la propuesta de Cristo es desafiadora, no conformista, no hipócrita; que no es de un hablar suave para parecer superior, tampoco con hipocresía para disfrazar inferioridad.

        Acordándome de Jesús, en las plazas públicas, lo tengo llevado también al pueblo humillado y olvidado.”

* * *

        Ese sembrador viaja alrededor del Mundo hace más de 60 años, llevando la buena semilla. Él sabe que la conquista de la paz es un desafío que requiere urgencia y manos operosas.

        Y el sembrador salió a sembrar…

        Su instrumento de trabajo es su voz, clara y melodiosa como la brisa de la primavera que lleva las semillas y las deposita en el suelo, sin alardear…

        Su alforja es su corazón tierno y compasivo, fuente viva de la sementera inagotable…

        Su ideal es el amor sin fronteras… el amor incondicional que, semejante a un capullo de rosa, se abre y exhala su perfume para todas las personas…

        ¿Su nombre? Él no desea alardear, pero lo justo es que se diga: Divaldo Pereira Franco.

        Cuando escuches ese nombre, sabrás que se trata de un incansable sembrador de la paz.

Redacción del Momento Espírita, basado en el capítulo XVII,
ítem 5 de El evangelio según el espiritismo, ed. Feb.

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