Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Las drogas en nuestra vida

        Drogas son substancias entorpecedoras, excitantes, alucinógenas, utilizadas con la finalidad de, inicialmente y en carácter provisional, propiciar al usuario un pretenso estado psíquico que le parezca agradable.

        Son también designadas como drogas las substancias farmacéuticas, utilizadas para amenizar los dolores, la curación de enfermedades y el bienestar de los convalecientes.

        Cotidianamente, cuando algo no está bien, una de las palabras más utilizadas, posiblemente, sea: ¡droga!, ¡que droga! Colocando énfasis en la pronuncia de la palabra, caracterizase la gravedad de la situación.

        Las drogas, sean farmacéuticas o no, utilizadas de forma irresponsable, inducen a los estados de alteración de la consciencia o alucinaciones. Los usuarios las denominan de viajes.

        Viajes, que generan graves secuelas de orden física y psíquica.

        Lamentablemente es muy grande el número de personas que las consumen.

        Las instituciones médicas, religiosas, gubernamentales, están preocupadas con esas estadísticas que demuestran el desprecio por la vida y por uno mismo.

        ¿Qué será de nuestro futuro, si la juventud se entrega al vicio, olvidándose de los valores intelectuales, las conquistas personales y del enriquecimiento del espíritu?

        ¿Qué será de nuestro futuro, cuando los niños, que deberían estar jugando al fútbol, divirtiéndose en sus bicicletas o participando de corridas, prefieren drogarse, dejando de lado el placer que esas actividades les proporcionarían?

        ¿Qué será de nuestro futuro, cuando adultos se entregan a tales vicios, olvidándose de la nobleza de las luchas para lograr sus sueños?

        ¿Qué será, en fin, de nuestro futuro, cuando ancianos, que deberían estar compartiendo la riqueza de sus experiencias, deciden abrazar las drogas, olvidando valores y afectos?

        ¿Qué será?...

        Mientras la preocupación crece por esas situaciones, preocupa también el panorama de otras drogas que vienen destruyendo amistades, instituciones y hogares.

        Hablamos de la rabia que vitaliza las venganzas mezquinas, apuntando sus lanzas contra personas que actúan por el bien del prójimo.

        Nos acordamos de la envidia que destruye excelentes proyectos de calidad, que tienen como objetivo consolar corazones, serenar ánimos e incitar al optimismo.

        Esto sucede porque el envidioso considera que es más fácil destruir, de que esforzarse para alcanzar el trayecto del otro y, de esa forma, hombrear con dignidad por el mismo ideal de lucha hacia su semejante.

        Nos acordamos de la maldad que establece intrigas, esparce la cizaña de la mentira, arruinando el honor de personas nobles, además de crear sospechas en tareas de total renuncia.

        Esa forma de actuar sigilosamente, en las sombras de la noche, lanzando venenos aquí y allí, de forma sutil, es una droga que igualmente produce muchos males.

        Por todo eso, si usted no quiere contaminarse, ni servir al mal, piense un poco.

        Si te llegan informaciones destilando veneno, acerca de personas e instituciones, utilice tu buen discernimiento.

        Examine lo que hacen los acusados, sus obras, sus realizaciones.

        Ponga la báscula de la ponderación en lo que escuches del acusador, sus actos y actitudes.

        Piense que, mientras el acusado está actuando en el bien, el acusador está sembrando la intriga, el mal.

        Y entonces, con lucidez, no permita inocularse por las drogas de la rabia, la envidia y la maldad.

        Conforme orientación de nuestro Maestro Jesús, inmunízate con la vigilancia y la oración.

        No haga viajes por el país de las tinieblas. No se deje enredar por el mal.

        Sirva siempre al bien. Viva por el bien. Esparza el bien y contagie a muchos, con su disposición de acertar, de ser mejor, con plena conciencia de sus pensamientos y actos.

Redacción del Momento Espírita

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