Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Para cambiar el mundo

        En la mañana que apenas se desperezaba, el titular estampado en la portada de un periódico, llamaba la atención: Maldad registrada.

        Otro periódico, en letras garrafales, reportaba la infelicidad de una familia, cuyo hijo adolescente fuera víctima de una “bala perdida”.

        Eso ocurrió en el Día de las Madres, mientras la familia se preparaba para el almuerzo y el joven iba a la farmacia para comprar un medicamento para su padre.

        Desgracias. Violencia.

        Miramos al Mundo y, a veces, nos sentimos inseguros, amedrentados.

        Parece que el honor se despidió de la Humanidad, la decencia se escondió en algún rincón secreto y los malos ocuparon el Mundo.

        Parece. Solamente parece. En verdad, todo eso ocurre porque, aunque estemos en el Tercer Milenio, en el siglo XXI, el hombre aún se complace con las cosas malas.

        Sino, observemos: ¿por qué estampamos en la portada de un periódico al criminal cruel, inhumano, con la descripción de su hediondo crimen?

        ¿Por qué tanto espacio para la atrocidad que él cometió, que es descrita en detalles?

        ¿Por qué la visita de un científico que se dedica hace años a la investigación en su laboratorio, para el hallazgo de una vacuna, recibe una pequeña nota en una página interior?

        ¿Por qué estampamos en la portada del periódico la corrupción, mientras un acto de heroísmo es noticiado sin ningún destaque?

        ¿Por qué valoramos el mal, la maldad, en detrimento de lo que es bueno, bello y debe ser imitado?

        ¿Por qué no utilizamos la portada del diario para noticiar la conquista de una medalla por un atleta?

        ¿O para anunciar el espectáculo de ballet que una escuela presentará?

        ¿O, también, un espectáculo, cuya recaudación beneficiará a los portadores de determinada enfermedad?

        ¿Por qué premiamos a los que hacen el mal y no distinguimos a los que realizan el bien?

        ¿Quién ya vio un titular sobre entidad benéfica que abriga a las personas portadoras de necesidades especiales?

        ¿Por qué no se enseña la dedicación de fisioterapeutas, de fonoaudiólogos trabajando con los que sufren de parálisis cerebral?

        ¿Aquellos que trabajan con los ancianos, con los portadores de Alzheimer?

        ¿Por qué no se relata en titulares el trabajo de los médicos sin fronteras? ¿De los beneficios que propician, de las batallas victoriosas contra la muerte, de las vidas que modifican?

        ¿Por qué no se muestra la abnegación de madres valerosas que abrazan, todos los días, a sus hijos totalmente carentes de sus cuidados?

        ¿El cariño de hijos adultos por los padres mayores y dependientes?

        ¿Por qué no se ponen, en amplio destaque, a las entidades que acogen perros y gatos abandonados en las calles?

        ¿Por qué no se anuncia, con grandes fotografías coloridas, la inauguración de una nueva guardería, de un jardín, de un parque?

        ¿Por qué no se habla de un buen trabajo de un hospital, de una escuela?

        Casi siempre esas instituciones aparecen cuando están involucradas con algo sospechoso o equivocado.

        ¿Será que de nada valen los años y años de dedicación, de servicio al pueblo?

* * *

        Pensemos en eso y exijamos a aquellos que mueven la prensa la inserción de hechos positivos.

        Digamos que deseamos ver, oír y sentir cosas buenas, no conectándonos a la ola de violencia y maldad que envuelve a la Tierra.

        Por eso, invirtamos en las buenas revistas, los buenos periódicos, en las programaciones de valor.

        Ayudemos a sostener una buena programación de radio, de televisión.

        Y si somos los que escriben, ilustran, crean, evidenciemos en nuestras letras, grabados, creaciones, con mucho realce, lo que es bueno, bello, provechoso.

        Tengamos la certeza de que, actuando de esta forma, estaremos invirtiendo en el mundo mejor que todos deseamos para nosotros y para nuestros hijos.

Redacción del Momento Espírita

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