La confianza en las propias fuerzas llena al  hombre  de coraje y disposición para luchar.

        Quien no cree en si mismo se adjudica una posición  de fracaso.

        Antes de intentar,  ya admite la derrota.

        Todo emprendimiento presupone planeamiento, estrategia y trabajo a ser realizado.

        Pero la confianza en la posibilidad de que haya victoria es indispensable para que ello suceda.

        Algunos obstáculos siempre surgen en la realización de una obra de envergadura.

        El pesimista observa en  ellos una confirmación de su incompetencia.

        El optimista procura aprender con las fallas, hace ajustes en su camino y persiste en el propósito.

        La confianza no es necesaria apenas con relación a los aspectos materiales de la existencia humana.

        Ella también es imprescindible en las cuestiones morales y espirituales.

        Muchas personas no se dedican al mejoramiento de su carácter porque  aseguran que es imposible.

        Creen que sus vicios son herencias genéticas y se conforman con ellos.

        Asumen que la glotonería,  el egoísmo, la pereza y  la maledicencia son sus características.

        Imaginan que los defectos morales son inmutables como el color de los ojos y  la altura.

        Sin embargo, están equivocados.

        El cuerpo no da defectos y virtudes a nadie.

        Si así fuese, la santidad seria apenas un accidente de la naturaleza y no representaría mérito alguno.

        De esa forma, la crueldad y la violencia serían simples resultados de la organización física.

        El Espiritismo enseña que todos los espíritus son ángeles en potencial.

        Poseen el germen de todas las virtudes y cada uno debe trabajar para desarrollar sus talentos y habilidades.

        La transición del ignorante para un ser angelical constituye un camino muy largo.

        El presupone innumerables encarnaciones para completarse.

        En el proceso evolutivo el Espíritu  a veces yerra y  a  veces acierta.

        Gradualmente va ganando lucidez y actuando con más acierto.

        Siempre es necesario subsanar los daños causados en las experiencias infelices.

        Sin embargo, a cada nueva experiencia el Espíritu acumula aprendizaje y amplía las posibilidades de actuar correctamente.

        Las habilidades intelectuales y artísticas, virtudes y afinidades constituyen la herencia de lo que se vivió.

        De la misma forma los viejos hábitos equivocados dejan su marca.

        Así, las tendencias actuales, buenas o malas, son el resultado de las experiencias del pasado.

        Si un hombre es violento, la violencia no procede de su físico, sino de su Espíritu.

        Un Espíritu pacífico y equilibrado no será violento, aun cuando anime un cuerpo de apariencia extremamente tosca.

        De esa forma, es importante asumir la integral responsabilidad por lo que se es.

        Cualesquiera que sean sus características, usted se construyó así.

        Mas está enteramente en sus manos transformarse.

        Su destino es ser ángel.

        Todas las virtudes de los ángeles se encuentran latentes en usted.

        Compenétrese de esa verdad y asuma que para convertirse en alguien maravilloso depende apenas de su voluntad,  de su esfuerzo.

        Ciertamente, no es fácil romper con viejos hábitos.

        Callar la maledicencia, cesar el juzgamiento precipitado al prójimo, domar la glotonería, disciplinar la sexualidad, todo eso exige una buena dosis de esfuerzo.

        Lo mismo ocurre con el desarrollo de la  compasión, del gusto por las lecturas serias y por  las conversaciones constructivas.

        Sin embargo, eso es posible.

        Usted fue creado para ser un ángel pleno de amor y sabiduría.

        Tenga confianza en su luminoso destino y luche bravamente para conseguirlo.

        Depende únicamente de usted.

Redacción  del Momento Espirita