“La oportunidad que se perdió” es el título de un reportaje del periodista Roberto Pompeu de Toledo, publicado en un periódico de gran circulación en Brasil.
El tema trata de cómo se encuentra la situación del Mundo después de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001, y presenta un punto de vista muy interesante, que se inicia a través de las siguientes palabras:
“Las muertes, el dolor, el miedo y el duelo no agotan el asunto. Como si eso no bastase, además de la crueldad llevada a límites impensables, el 11 de Septiembre dejó otra herencia desastrosa: la oportunidad perdida.
En el día 12 de Septiembre, rayaba una esperanza, al lado del pánico, del llanto, de los trabajos de rescate entre los escombros de las torres gemelas y de la búsqueda de los culpables.
Aquél terrible evento podría ser el punto de partida para un mundo más amigo.
Era la hora de actuar a favor de un mundo con menos conflictos e injusticias. De congregar las naciones en busca de soluciones, que tornasen el planeta Tierra un lugar menos peligroso para vivir”.
El autor prosigue recordando todo lo que ya podría estar distinto en el Mundo, y todavía sigue igual, eso porque muchos líderes no se han dado cuenta de que una gran oportunidad estaba siendo concedida al Mundo. La de recomenzar.
Considerando que toda transformación del Mundo empieza por nuestro propio cambio, la lección del atentado puede también ser aplicada en nuestras vidas, a través de una visión distinta acerca del sufrimiento que nos llega.
Todo dolor que surge en nuestra vida es una oportunidad grandiosa que recibimos. La oportunidad de madurar, de crecer, de reescribir nuestras historias, de recomenzar.
Imaginemos la vida diciéndonos: ¡Deténte un momento, piensa, reflexiona, recomienza…!
Un suceso desagradable; un flagelo destructor; una enfermedad; la partida de alguien; son oportunidades que la vida nos ofrece para que aprendamos preciosas lecciones.
Aquél de nosotros que tenga el buen sentido de preguntarse: ¿Qué será lo que la vida está intentando enseñarme? – cuando alcanzado por cualquier tipo de sufrimiento, si lograse percibir las razones profundas de esas experiencias, - pasaría a vivir sin miedos. Y además, con una consciencia espiritual fabulosa acerca de las cosas de este Mundo.
Cada momento la existencia nos está guiando sin que lo percibamos. Cada instante la vida nos enseña.
Constantemente la vida habla con nosotros, muestra caminos, respuestas, consecuencias.
Cabe a nosotros desarrollar la habilidad de escuchar, de percibir lo que está siendo entregado, en todos los niveles: del sensorial, pasando por el racional, incluso el intuitivo.
La rebeldía, la indignación y la venganza solamente dificultan cualquier problema, mientras la comprensión y la resignación nos sitúan en el camino para resolverlo por completo.
Francisco de Asís siempre se refería al dolor como su hermanita querida, porque sabía de su poder y utilidad.
Pablo de Tarso se refería, en sus cartas, a las espinas que lo dañaban y lo hacían sufrir. Así como Francisco de Asís, él también entendía su dolor, y decía, inspirado: “Me lleno de júbilo en medio a todas mis tribulaciones.”
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La vida nos ofrece oportunidades constantemente.
Será extremadamente sabio aquél que lograr percibir esas invitaciones, esas lecciones, y extraer de ellas las fuerzas para los cambios necesarios.
Haz ese ejercicio todas las veces en que un momento de crisis se te presenta.
Cambia el lamento, la indignación y la decepción por el siguiente cuestionamiento:
“¿Qué será lo que la vida está intentando enseñarme?”
Redacción del Momento Espírita, con base en el reportaje de Roberto Pompeu de Toledo, publicado en la Revista Veja, de 18 de septiembre de 2002; en el artículo “O significado do sofrimento”, de Sergito de Souza Cavalcanti, extraído del site www.espirito.org.br y en el capitulo 7, versículo 4 de la II epístola de Pablo de Tarso a los Corintios.