Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Esperanza desesperada

La Dra. Elizabeth Kübler-Ross desarrolló un bellísimo trabajo con sus pacientes terminales.

Su libro “Sobre la Muerte y los moribundos”, fue traducido para decenas de idiomas y recibió innumerables premios.

En determinada parte de la obra, ella nos habla de la esperanza de sus pacientes y familiares:

 “Escuchando a nuestros pacientes terminales, lo que siempre nos ha impresionado fue el hecho de que hasta  los más sufridos, los más realistas, dejaban abierta la posibilidad de alguna curación, esperaban el  descubrimiento de una nueva medicina o que tuviera éxito un proyecto reciente de investigación.

Lo que anima esos pacientes, en el transcurrir de los días, de las semanas o de los meses de sufrimiento, es ese tipo de esperanza.

Es la sensación de que todo debe tener algún sentido, que algo de bueno puede resultar, caso soporten el sufrimiento por algún tiempo más.

No importa que nombre tenga, descubrimos que nuestros pacientes conservaban esa sensación, que sirvió de consuelo en ocasiones especialmente difíciles.

Observamos que los conflictos relacionados con la esperanza provenían de dos fuentes principales.

La primera y más dolorosa, era la sustitución de la esperanza por la desesperanza, tanto de parte del equipo médico del hospital, cuanto de parte de la familia, cuando la esperanza aun era fundamental para el paciente.

La segunda fuente de angustia provenía de la incapacidad de la familia en aceptar el estado terminal del paciente. Se apegaban a la esperanza con uñas y dientes, cuando el propio paciente ya se preparaba para morir, pero sentía que la familia no aceptaba el hecho.”

 

Los puntos presentados por la estudiosa son fundamentales para bien comprender la esperanza, así como el fenómeno de la muerte.

La sensación de que “todo debe tener un sentido” no es vana.

Es, ciertamente, el Espíritu  teniendo acceso, aunque inconscientemente, a la planificación de su existencia, además de comprender la necesidad de vivir tales pruebas.

“Todo sufrimiento tiene una causa.” – He aquí la proposición budista.

“Toda causa que no se encuentre en esta vida, ciertamente estará en una existencia anterior.” -  He aquí la propuesta espírita.

Todo sufrimiento tiene carácter educativo, sea de causa actual o del pasado.

Por eso, el entendimiento de que el dolor siempre tendrá algún sentido, y de que el bien sufrir traerá compensaciones futuras, es indispensable para que no permitamos que la desesperanza encuentre refugio en nuestro interior.

El “reino de los cielos” prometido a los afligidos, conforme lo aseguró Jesús, está en la armonía interior, en los aprendizajes alcanzados.

Está también en la fe, en la paciencia, en la resignación conquistadas a través de la tutela temporaria del dolor.

Ese estado de consciencia debe ser buscado también por aquellos que se quedan, pues, todos son invitados a desarrollar el desprendimiento, el altruismo, así como la fe.

Pensar en el bien de la persona que partió, antes de pensar en el dolor de su ausencia, es un razonamiento claro propuesto por el fenómeno de la muerte.

La muerte es una maestra brillante. Enseña al que parte, enseña al que se queda.

La esperanza es un bálsamo dulce, que aromatiza y prepara el alma de los que están en las puertas del gran viaje. Para aquellos que ahora se van,  para los que irán más tarde.

 “El sol compuso una vena de oro.

Tan graciosa que me duele el cuerpo.

Arriba, el cielo brilla en un azul intenso.

Convencido, sonreí por algún engaño.

El mundo se cubre de flores y parece sonreír.

Quiero volar, pero, ¿para donde, a que altitud?

Si las plantas pueden florecer por entre alambres de espinos, ¿por qué yo no?

¡No moriré!”

 

Redacción del Momento Espírita con base en el cap.VIII del libro “Sobre a morte e o morrer”, de Elizabeth Kübler-Ross,  ed. Martins Fontes, y poema de autor desconocido.

 

Traducción: Lincoln Barros de Sousa, Miguel Angel Gill y Vera Regina de Sousa.

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