Si usted recibiera la noticia de que su ciudad sería destruida en pocas horas, ciertamente buscaría huir lo más rápido posible. Y en ese caso, que llevaría en la maleta?
Cuando lo soldados de Ciro, el grande, estaban a punto de invadir la ciudad de Priene, en Jonia, la población se preparaba para la fuga.
Hombres
y mujeres, jóvenes y viejos se atropellaban en desespero, intentando salvar sus
pertenencias más valiosas.
Apenas
un hombre mantenía la calma. Era el filósofo Bias, famoso por sus dotes de
cultura, moral y virtud.
Era
tan ponderado e íntegro que fue considerado uno de los siete sabios de la
antigua Grecia.
Las
personas al verlo tranquilo y sereno, le preguntaron si el no iba a preparar la
carga que debería llevarse, y el respondió simplemente: “Yo traigo todo
conmigo”.
Aquel
noble ciudadano guardaba consigo los patrimonios más valiosos de rectitud,
bondad y inteligencia, que nadie le robaría.
Y
eran esos los valores que le permitían colocarse por encima de las inquietudes
de aquella hora y de las preocupaciones con los bienes efímeros de la tierra.
Sin
duda, solamente las personas que construyen estas virtudes y cultivan la fé en
Dios, pueden permanecer tranquilas delante de cualquier situación, por más
grave que sea.
Ante
la noticia, por ejemplo, de una guerra atómica, capaz de aniquilar la raza
humana, muchos se desesperarían y el caos se establecería en poco tiempo. Solo
el que edificó en la propia intimidad, valores inmortales, mantendrá la calma.
Tendría
la seguridad de la providencia divina y de la supervivencia del alma. La lógica
y la razón le darían la convicción de que, si todo fuese destruido, nosotros
continuaríamos viviendo, pues somos inmortales.
Estaría
seguro que Dios no los dejará desamparados. Si no hubiera condiciones para la
vida humana sobre la tierra, el Señor nos daría otro lugar para vivir, pues en
su casa, que es el universo infinito, hay muchas moradas.
El
miedo, la inseguridad y el deseo de poseer, han sido los grandes responsables
por el desespero y la depresión de muchas criaturas.
La
inseguridad, hija de la falta de fe, genera una especie de ansiedad que fácilmente
conduce a la depresión, entristeciendo y matando la esperanza.
El
deseo desequilibrado de poseer es un fuerte componente para el nacimiento y la
sustentación de la violencia y del desespero.
La
vida agitada, las privaciones materiales, las provocaciones morales, los
conflictos de convivencia familiar y social, solo serán superados con
tranquilidad por aquellos que cultivan la paz en la intimidad.
Estos
y solamente de estos, que permanecerán serenos delante de cualquier situación,
por más grave que sea. A ejemplo del filósofo Bias, dirán: “yo traigo todo
conmigo”.
A
este estado del alma es que Jesús se refería hablando de los tesoros que la
polilla no come ni la oxidación corroe y que ningún ladrón roba. Son bienes
eternos e indestructibles.
¡Piense
en eso!
Usted
es un ser creado para la eternidad. Es como una llama que jamás se apagará.
Procure
cultivar las virtudes que lo liberarán de las miserias propias de la
inferioridad humana.
Y
recuerde siempre: usted es heredero de Dios. EL universo le pertenece.
Para
conquistarlo basta hacer la parte que le toca en esta bendita escuela llamada
tierra, que representa un grano de arena delante del infinito.
Por
todo esto vale la pena comenzar ahora a cultivar los tesoros morales que nos
autorizarán al vuelo definitivo rumbo a la gran luz, rumbo a los altos cimos,
donde la felicidad ya es una realidad.
¡Piense
en eso!
(Equipo de
Redacción del Momento Espirita, basado en el capítulo "depresión",
del libro “temas de hoy, problemas de siempre”, de Richard Simonetti, ed.
Livraria Espírita Boa Nova Ltda.)