Se
cuenta que cierta vez un hombre se acercó a Dios y le pidió que le aclarara
algo de la creación que lo dejaba con dudas, y que de acuerdo a su punto de
vista, no tenía ninguna utilidad,
ningún
sentido...
Dios
lo atendió y le preguntó cuál era la falla que había notado en la
creación.
-
Señor Dios, dijo el interesado, su creación es muy hermosa, muy funcional,
cada cosa tiene su razón de ser...
-Pero,
aunque haga un esfuerzo para entender su finalidad, hay algo que me parece no
servir para nada.
-
¿Y qué es eso que no sirve para nada? le
preguntó Dios.
- El horizonte, contestó el
hombre.
- Al fin de cuentas ¿para qué
sirve el horizonte?
-
Si camino un paso hacia el horizonte,
él
también se aleja un paso de mí.
-
Si camino diez pasos, él se aleja otros diez pasos...
-
Si camino kilómetros en su dirección, él se aleja los mismos
kilómetros de mí...
-
¡Eso no tiene el menor sentido! El horizonte no sirve para nada.
Dios
miró
a su ingenuo hijo, sonrió
y le dijo:
-
Pero justamente es para eso que sirve el horizonte... "para hacerte
andar."
Tantas
veces nosotros nos acomodamos en nuestros estrechos límites que olvidamos de
andar algunos pasos hacia el horizonte, que nos invita incesantemente a caminar.
Cuando
nos esforzamos para superar nuestros propios límites, surgen nuevas
oportunidades para que avancemos hacia el infinito que Dios nos reserva como
meta de perfección
De
esta forma, si tú
estás paralizado por la falta de perspectivas que te incentiven a seguir
adelante, a la búsqueda del auto-perfeccionamiento, mira hacia delante y oye el
llamamiento del horizonte.
Contempla
las estrellas y desea alcanzarlas: eso no es un sueño imposible.
Tú
eres hijo de
Dios, por lo tanto, heredero del universo. Heredero de las estrellas, de los
mundos que gravitan en los espacios infinitos, invitándonos a seguir adelante,
venciendo los obstáculos naturales que se presentan en el camino de la evolución.
Pero
para lograr ese intento, es necesario esfuerzo y perseverancia. Es preciso tener
ganas de romper con las amarras que a lo largo de los siglos nos mantienen
sujetos a las bajas esferas de la experiencia carnal.
Y
recuerda, siempre, de que cada paso que des en dirección al horizonte, él se alejará más y más,
para que tú
continúes
caminando.
Y,
cuando logres alcanzar el horizonte, es porque habrás alcanzado la línea máxima de la perfección que
la escuela llamada tierra te puede brindar.
Y,
en ese instante nuevos horizontes se abrirán,
desafiando siempre y siempre a los que tienen el coraje de avanzar, de seguir en
la dirección de la luz, de la perfección que el Maestro de Nazareth nos invitó,
al decir “sed perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial”.
***
Lanza
tu mirar al infinito y, aunque las nubes o las lágrimas no te permitan ver las
estrellas, di como quien tiene seguridad:
Soy
heredero de las estrellas,
Yo
soy hijo del Señor,
Cultivo
sueños de belleza,
En
la grandeza del amor.
Con
las estrellas siempre sueño
Y
en ellas veo brillar
La
viva esperanza de un día,
Junto
a ellas poder estar.
Ver
cosas tan sublimes
De
la patria espiritual,
Morada
verdadera
Del
Espíritu inmortal.
No
importa cuánto espere
Sé
que no voy a perderlas,
Pues
soy hijo del Señor,
Y
heredero de las estrellas.
Equipo
de Redacción de Momento Espírita.
Poesía
de Edson Agostinho.
Versión
en español: Roberto M.L. Roca / AD LITTERAM