Hoy
en día los modelos de educación son tantos y tan complejos, que una gran parte
de los padres no sabe cuál es la manera más eficaz para obtener un buen
resultado en la orientación de sus hijos.
Algunos
padres han adherido al modelo de una educación, denominada
liberal, de libertad sin responsabilidad. Pero ese modelo probó su
ineficiencia pues ha creado una generación de pequeños tiranos, causadores de
infelicidad y dolor a sus progenitores.
Otros
padres han resuelto educar a los hijos a prevenirse contra todo y contra todos.
Y surgió una generación violenta y cruel, capaz de pisotear hasta
sus compañeros de clase y profesores.
Esa
demostración tácita del amor en desequilibrio ha provocado la infelicidad de
padres e hijos que caen en sus tretas dañinas.
Por
ello, a los padres de buena voluntad, les relacionamos algunas actitudes que
deben evitarse para que se pueda alcanzar una educación eficaz, promoviendo el
ser y elevándolo moralmente.
1º
Creer que los hijos tienen siempre razón, sin reconocerles las fallas,
suponiéndolos exentos de cualquier tipo de defecto y con eso incentivarlos a la
arrogancia de la falsa superioridad y al desprecio de la virtud.
O
en otro extremo, censurarlos por todo y a cada instante, dejándoles marcas de
inseguridad interior y de complejos de inferioridad.
2º
Mantener a los niños y a los adolescentes lejos de cualquier problema
que la familia enfrente, para apenas ponerlos en convivencia con juguetes
y fiestas, ablandándoles así la capacidad de resistencia con la que tendrán
de hacer frente a la dura, pero necesaria, realidad de la vida.
3º
Satisfacer cada capricho infantil, jamás negándoles nada, y de esta
forma desarrollar la ambición desmedida y la total falta de firmeza y coraje en
el adulto del futuro.
4º
Aconsejar siempre a retrucar y ser intransigente, con la observación de
que perdonar y pacificar es una tarea para los tontos, y alejar de esa manera,
el alma infantil de cualquier tendencia a la compasión.
5º
Querer dejar a los descendientes, antes de nada, el bienestar material,
que se puede diluir, al soplo de cualquier adversidad, en vez de transmitirles
la herencia de la cultura y de la virtud, tesoros que nadie jamás podrá
corroer...
6º
Desear moldear a los hijos según su propia imagen, como una reproducción
de sí, sin respetar las inclinaciones de la personalidad.
7º
Acostumbrarlos a menospreciar a
empleados y subordinados, que les deben obedecer en todos los caprichos e
incentivarlos a adular y a ser servil de los socialmente bien acomodados,
tergiversando así la escala de
valores del niño y del joven que no sabrá ver seres humanos en ninguna parte,
sino apenas objetos desechables de la propia ambición.
La
obra de la educación exige amor, pero también exige equilibrio y lucidez.
Es
necesario aunar energía y dulzura, verdad y ternura, confianza y dinamismo para
que aquellos a quien se está formando sientan que sus educadores desean llevarlos a la cumbre de la vida, de la
felicidad plena, sin ilusiones ni fantasías.
***
Educar
es la mejor manera de curar el desequilibrio del mundo, y orientar con Jesús es
curar todas las llagas del espíritu eterno.
Equipo
de Redacción de Momento Espírita, con base en el libro La Educación del a
Nueva Era, cap. Tiempo de reflexionar, de Dora Incontri, ed. Comenius y
Diccionario del Alma, ed. FEB, apartado: educar.
Versión
en español: Roberto M.Lamela Roca / AD LITTERAM Tradutores Associados