Momento Espírita
Curitiba, 27 de Abril de 2024
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ícone Enseñando a los hijos a vivir

¿Usted considera fácil el arte de educar a los hijos?

Salvo rarísimas excepciones, los educadores bien intencionados enfrentan grandes dificultades para alcanzar sus metas referentes a la educación.

Por esa razón, vale la pena echar mano de las experiencias de algunos padres que obtuvieron buenos resultados con lecciones sencillas y eficientes.

Esta es una de las tantas historias de padres que se debaten con hijos haraganes o desanimados.

Cierta tarde el papá salió para un paseo con sus dos hijas, una de ocho y la otra de cuatro años.

En determinado momento de la caminata,  Elena, la hija más pequeña, le pidió a  su padre que la cargara, pues estaba muy cansada para continuar andando.

El padre le contestó que también estaba muy fatigado, y ante la respuesta la niña empezó a lloriquear y a remolonear.

Sin decir una palabra, el padre cortó una pequeña rama de un árbol y se la entregó a  Elena diciéndole:

- ¡Mira, aquí tienes un caballito para montar, hija! Te ayudará a seguir adelante.

La niña dejó de llorar y se puso a cabalgar la ramita verde tan rápido, que llegó a  su casa antes que los otros. Quedó tan encantada con su caballito, que fue difícil hacerla parar de galopar.

La hermana mayor se quedó intrigada con lo que vio y le preguntó al padre cómo entender la actitud de Elena.

El padre se sonrió y le respondió diciendo:

- Así es la vida, hija mía. A veces uno está física y mentalmente cansado, creyendo que es imposible continuar, pero encontramos entonces un “caballito” cualquiera que nos da ánimo otra vez.

- Ese caballito puede ser un buen libro, un amigo, una canción...

- Así, cuando te sientas cansada o desanimada, recuerda que siempre habrá un caballito para cada momento, y nunca te dejes llevar por la pereza o el desánimo. 

La educación es un arte y, como tal, necesita de sensibilidad y dedicación por parte de quien educa.

Medidas sencillas pueden dar resultados excelentes cuando movidas por el amor legítimo y las ganas sinceras de hacer crecer espiritualmente a quien se está educando.

Contrariamente a lo que se piensa, los niños son maleables a las enseñanzas que se les imparte, desde que sientan, juntamente con la teoría, las vibraciones de afecto y cariño por parte de los educadores.

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”La mejor, la más eficiente y económica de todas las modalidades de asistencia es la educación, por ser la única de naturaleza preventiva. No remedia los males sociales; los evita”

 

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