Momento Espírita
Curitiba, 04 de Maio de 2024
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ícone ¿Lo creerías tú?

¿Me creerías si te dijera que hay corazones capaces de latir a más de mil pulsaciones por minuto?

¿Me creerías si te dijera que, cada segundo, tu cuerpo produce cuatro millones de células nuevas sin necesidad siquiera de pedírselo?

¿Creerías que, esta noche, tu cama viajará kilómetros y kilómetros alrededor del sol y millones de kilómetros por la Vía Láctea? ¿Y que, cuando te despiertes por la mañana, pensarás que no te has movido?

Increíble, ¿verdad? Sin embargo, se trata de fenómenos que nos involucran sin que nos demos cuenta y que tienen importantes consecuencias en nuestras vidas.

A menudo podemos decir que lo imposible es sólo lo que nuestro conocimiento aún no alcanza.

Veamos cómo los grandes científicos han encontrado barreras a sus descubrimientos revolucionarios. Decir que la Tierra no era el centro del Universo. ¡Qué absurdo!

Así, las sociedades terrestres condenaron, torturaron e incluso asesinaron a quienes se atrevieron a pensar de forma diferente, a quienes descubrieron, por sus méritos, por sus estudios, que la verdad no era como, hasta entonces, estábamos aceptando.

Galileo Galilei fue procesado por defender la tesis de Copérnico que la Tierra no era el centro del Universo, sino el Sol.

Hacia 1600, pusimos a Giordano Bruno en la hoguera. El crimen de este filósofo, matemático y pensador italiano fue proyectar la idea de que, dado todo lo que había entendido sobre el Universo, nada más natural que considerar la posibilidad de la existencia de otros mundos habitados.

Al hombre siempre le ha faltado humildad para decir al menos: no lo sé todo. Consideremos al menos esta nueva hipótesis. Pensemos más, pensemos más allá.

Es curioso que muchos de nosotros mantengamos esa mentalidad de negar sin más lo que no entendemos.

Cuando nos presentan la idea de una vida después de la vida, nos parece absurda, fantasiosa.

Cuando nos hablan de Espíritus, de almas que sobreviven a la muerte del cuerpo, bromeamos, tomándolo por el lado de las supersticiones, sin siquiera haber leído acerca de esa realidad.

Cuando oímos la idea de la reencarnación, la ignoramos. ¿Nacer de nuevo? ¿Cómo? Eso es un invento de mentes desequilibradas.

¿No seremos los mismos que condenaron el pensamiento de Galileo sobre las manchas solares?

¿O aquellos que nos reímos de Aristóteles cuando, antes de la era cristiana, ya consideraba la forma esférica del planeta Tierra?

¿No estamos silenciando a Kepler, Descartes, Voltaire, una vez más?

¿Qué tal si nos proponemos analizar, pensar, reflexionar sobre las ideas espiritualistas que rasgan el velo del materialismo dominante y elegir lo que queremos para nuestras vidas?

Utilicemos la razón. ¿Qué tiene más sentido? Hagamos las preguntas sin miedo.

La filosofía nos ha enseñado a cuestionar, a penetrar en la esencia de todo. Sigamos en esa búsqueda de una vida mejor.

Recordando que lo imposible, puede ser simplemente aquello que nuestro conocimiento aún no alcanza.

Redacción del Momento Espírita
El 6.2.2023.

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