Observando
las arduas luchas por las que pasan sus hermanos sobre la Tierra, un espíritu
Benefactor dictó un mensaje que intituló “El Milagro del Amor, y dice más o
menos lo siguiente:
Cuando
la duda le llegue, maliciosa, indague al amor cuál es la conducta a seguir.
Cuando
la añoranza se avecine, intentando oprimirle el corazón, refúgiese en el amor
y deje que las recordaciones felices iluminen la noche en la que usted se
encuentra.
Cuando
la aflicción le aturda íntimamente, llame al amor, para que la calma y la
confianza predominen en sus decisiones.
Cuando
la sospecha busque hacer nido en su corazón, dirija el pensamiento al amor y la
paz dominará los paisajes de sus sentimientos.
Cuando
la cólera se acerque de la emotividad, recuerde al amor y una suave balada de
entendimiento será oída en la acústica del alma.
Cuando
el abandono amenace despedazarle los sueños, hiriéndole el alma, busque el
amor, que le dará fortaleza para proseguir, aunque sea solo.
En
cualquier situación, diríjase al amor.
Sólo
el amor posee el correcto entendimiento de todas las cosas y habla, en silencio,
el lenguaje de todos los idiomas.
El
brillo de un mirar...
Una
sonrisa de esperanza...
Un
gesto casi imperceptible...
Un
movimiento rítmico, un ademán...
La
presencia del ausente...
Un
toque...
La
música de una palabra sólo el amor logra transformar en bendición.
Hecho
de pequeños nadas, el amor es la fuerza eterna que mece al príncipe en su
lecho dorado y al huérfano en la paja húmeda.
El
amor es el único mecanismo que conduce al débil a las tareas gigantescas...
Que
impulsa el progreso real; que da dignidad a la vida; que impele al trabajo de
reverdecer el pantano y el desierto...
Que
concede aliento, cuando la muerte parece dominar soberana...
El
amor es vida, sin el cual perdería el sentido y el significado.
Cuando
se ama, la noche se llena de astros y el día se viste de sonrisas.
El
amor colorea la palidez del sufrimiento y lo erradica.
Sin
este milagro, que es el amor, no valdría la pena vivir.
En
todo está la presencia del amor que proviene de Dios y es Dios.
Descubra
el amor, y ame.
Ame
y felicítese, colocando en la ruta del amor señales de luz, a fin de que nunca
más haya sombra por donde el amor haya pasado derramando claridad.
Por
tales razones, Jesucristo reunió toda la Ley y todos los Profetas en un solo
mandamiento, cuya estructura de comportamiento y finalidad última es el “amor
a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”.
***
El
amor es de esencia divina, y todos nosotros, del primero al último, tenemos en
el fondo del corazón la centella de ese fuego sagrado.
Por
lo tanto, no tengamos miedo de amar.
(Del
libro: En algún Lugar en el Futuro, cap. El Milagro del Amor.)