Momento Espírita
Curitiba, 19 de Abril de 2024
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ícone Desierto florido

El desierto de Atacama en Chile, es el más árido y alto del mundo. También es el lugar de la Tierra que más tiempo ha pasado sin lluvia, con cuatrocientos años registrados sin una gota de agua del cielo.

Actualmente, puede pasar años y años sin ninguna precipitación atmosférica; sin embargo, de vez en cuando, ocurre un fenómeno muy interesante.

El milagro de la floración del desierto es posible verlo muy raramente, ya que depende necesariamente de la lluvia que cae en los meses de verano.

Cantidades suficientes de agua permiten que las semillas, que estaban latentes en el desierto seco, despierten para volver a la vida y florecer en un corto espacio de tiempo, en la primavera.

Hay más de doscientos tipos de flores. Mil colores. Una floración hermosa e inesperada en el medio de tierras tan áridas.

Cuando el desierto revive y florece, aparece un panorama maravilloso. Es la oportunidad de disfrutar de la singularidad de las flores que cubren las llanuras y contrastan gloriosamente con las montañas que las rodean.

Solo es posible disfrutar de este milagro del desierto en algunos años y por corto tiempo, desde finales de agosto hasta mediados de octubre.

Las semillas, que permanecen latentes durante muchos años, están especialmente adaptadas a estas condiciones extremas y, por lo tanto, pueden volver a la vida por las lluvias que las despiertan, convirtiendo el desierto en una pintura multicolor.

Los chilenos conocen este fenómeno como desierto florido.

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El ser humano también puede florecer, incluso después de años de sequía interior.

Las semillas del potencial evolutivo yacen latentes, pero vivas, en la esencia del alma.

Las almas secas, almas aparentemente sin esperanza de flor, florecerán un día, cuando la lluvia de la comprensión, la lluvia de la renovación, las haga despertar.

No hay caso perdido para el Creador.

Incluso los Espíritus más reacios que, en profunda agonía y tristeza, se atreven a rechazar el bien, negando al Creador y el amor; incluso éstos germinarán.

Llegará el tiempo en que se darán cuenta de que el mal, la rebeldía, la venganza, no les trae ninguna felicidad.

Llegará el tiempo en que, regado por las continuas lluvias del amor de quienes están al lado de ellos, se rendirán al bien renovador.

Cada uno tiene su tiempo. Cada uno despierta cuando está preparado para despertar.

Sin embargo, recordemos que las semillas ocultas están allí, esperando ansiosamente el momento de salir de la tierra árida, esperando el momento de respirar el aire fresco de una nueva vida.

Todos tenemos como mejorar. Todos somos dioses potenciales.

Dios nos hizo a todos así, sin excepción.

Nosotros elegimos el momento para florecer.

Llegará el momento en que veremos el desierto del planeta Tierra, todavía tan sufrido, tan seco, floreciente por completo.

Seremos nosotros, como Espíritus buenos, quienes modificaremos el paisaje de este planeta, pasando a llamarlo tierra florida.

Redacción del Momento Espírita.
El 4.5.2020.

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