Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone En busca de sentido

Él tenía un consultorio de neurología y psiquiatría en Viena. Entonces, los nazis invadieron Austria en 1938.

Como director del departamento de neurología del Rothschild Hospital arriesgando su propia vida, decidió sabotear las órdenes recibidas para llevar a cabo la eutanasia de los enfermos mentales a su cuidado.

Encarcelado en septiembre de 1942, fue enviado al Ghetto de Theresienstadt, en la ciudad de Terezin, donde su padre iba a morir de agotamiento.

Convirtiéndose en el prisionero número ciento diecinueve mil ciento cuatro, Viktor Frankl vivió el horror de los campos de concentración de Auschwitz, Kaufering y Türkheim.

El manuscrito del libro que escribió y traía como su tesoro, le fue retirado y destruido. Un gran proyecto, un trabajo al que se había dedicado, simplemente despreciado y destrozado.

Al llegar al barracón que le había sido destinado en Auschwitz, comentó que había perdido de vista a un amigo porque él había sido seleccionado para otra fila.

Quien estaba a su lado, consciente de la cruel realidad, le señaló la ventana e indicando el humo que salía de las chimeneas de otro enorme barracón, le dijo:

¡Puedes verlo allí!

Y su calvario estaba solo comenzando. Hasta ser liberado el 27 de abril de 1945 por las tropas estadounidenses, padeció las situaciones más difíciles.

Cavó túneles, trabajó en excavaciones y construcciones de ferrocarriles. Sufrió la terrible añoranza de los familiares, la dureza de la ausencia total de noticias.

Su esposa, a la edad de veinticuatro años, murió en Auschwitz, hecho del que él tomaría conocimiento al llegar a Viena, al final de la guerra.

De la familia, finalmente, solo sobrevivió la hermana Stella, que había huido a Australia.

Y fue justamente ese psiquiatra vienés que escribió, en solo nueve días, su libro más extraordinario: En busca de sentido.

Es un relato autobiográfico de lo que él sufrió y del testimonio del sufrimiento de sus compañeros de infortunio.

En la descripción sincera y trágica de sus dolores, hace un análisis psicológico de los prisioneros y de los carceleros, en el cual no son necesariamente buenos los primeros y malos los segundos.

Utilizó cualquier momento del que disponía para la observación minuciosa del comportamiento, de las reacciones del ser humano frente a la adversidad.

Es un ejemplo vivo de que, incluso bajo  condiciones terribles, el ser humano puede adaptarse y sobrevivir.

Y es exactamente en ese sufrimiento atroz que él encontró su tesis central acerca del sentido de la vida y de la psicología humana.

Es allí que él asienta las ideas sobre la Logoterapia, considerada la tercera escuela vienesa de psicoterapia.

La vida es sufrimiento, y sobrevivir es encontrar sentido en el dolor.

Cuando todos los objetivos de la vida están deshechos, al hombre solo le resta una libertad: la capacidad de elegir la actitud personal que asumirá ante las circunstancias que lo envuelven.

Viktor Frankl eligió sobrevivir. Pero no sólo eso: ejemplificó la capacidad humana para elevarse por encima de su destino, por más adverso que este sea; literalmente, superar y construir una vida digna y honrada.

Aún más: una vida que dé sentido y contribuya al beneficio de otras vidas.

Mirémonos en su ejemplo.

Redacción del Momento Espírita, con base en datos biográficos
 de Viktor Emil Frankl y frases del libro
Em busca de sentido, de
Viktor E. Frankl, ed.
Vozes e Sinodal.
En 13.6.2016.

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