Momento Espírita
Curitiba, 18 de Abril de 2024
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ícone Los padres como jardineros

En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los demás planetas, hierbas buenas y malas. Por lo tanto, semillas buenas, de hierbas buenas; semillas malas, de hierbas malas.

Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le antoja despertar.

Entonces se despereza  y tímidamente lanza hacia el sol una ramita inofensiva.

Si se trata de un rosal o un rábano, podemos dejar que crezca como quiera. Pero cuando se trata de una planta mala, es preciso arrancarla inmediatamente, tan pronto como se la pueda reconocer.

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Podemos leer en las palabras del inspirado Saint-Exupéry una síntesis sobre la educación.

Los padres somos como los jardineros y cuanto más atentos y dedicados seamos, más bello podrá ser nuestro jardín.

Nuestros vástagos traen semillas invisibles, plantadas en otras eras - son sus tendencias. Están debajo de la tierra. Nadie sabe lo que son y cuando se manifestarán.

No son tierra virgen. Solo una mirada apresurada y desatenta juzga de esa manera.

Y cuando esas primeras tendencias emergen solo el jardinero alerta, que cuida de la planta todos los días, consigue percibir.

Hay cultivadores que solo van a notar sus plantas después de crecidas, cuando las ramas ya están fuertes, cuando la poda de lo que no es bueno ya se hace mucho más difícil.

No solo eso. También pierden el placer de verlas en todas sus etapas de desarrollo, con sus peculiaridades y bellezas.

Sin embargo, quien está allí con los ojos en la tierra, pronto se da cuenta, y si no es cosa buena como un rosal o un rábano, intenta podarla pronto.

Eso significa que las tendencias negativas cuando son observadas y trabajadas desde una edad temprana, tienen más probabilidades de ser modificadas. El trabajo es arduo, pero cuanto antes se empiece, más amplias serán las posibilidades de éxito.

¿Por qué estás actuando así, hijo mío?

¿Tienes idea de cómo el otro está sintiéndose con lo que hiciste?

¿No es mejor dividir? ¿Estás con rabia? ¿Vamos a hablar de ello?

Podar, en el lenguaje aquí utilizado no significa reprimir los sentimientos negativos o prohibir a los niños y jóvenes sentir eso o aquello. No, eso solo agrava la cuestión.

La poda aquí es un aparar cuidadoso, un enfrentamiento de los contenidos íntimos que se hace abiertamente incluso, a veces, con la ayuda de profesionales del área, según el caso.

 Recriminar o prohibir, simplemente, ese o aquel sentimiento o comportamiento sin haberlos trabajado, sin buscar comprender sus matrices en los niños, trae enormes perjuicios como  represiones y frustraciones.

El cuidador del huerto atento celebra la llegada de las plantas buenas y trata de regarlas, darles luz y buenas condiciones para que crezcan  con vigor.

Los buenos padres refuerzan los comportamientos positivos de sus hijos y no solo corrigen y castigan todo el tiempo.

¡Felicitaciones por tu esfuerzo! ¡Mereciste esa victoria! ¡Es mérito tuyo! ¡Me gustó mucho esa actitud tuya! ¡Haz eso siempre! Has actuado correctamente en esa situación. ¡Estoy muy feliz!

Es un trabajo del día a día, es un cuidado minucioso con cada hijo, atendiendo cada planta en su necesidad específica, ya que esa planta tiene ciertas características y aquella tiene otras. Es un verdadero arte.

Por eso, como padres, no les descuidemos. Si asumimos esa misión tan importante, seamos los mejores jardineros posibles dentro de nuestras posibilidades y limitaciones.

 

Redacción del Momento Espírita, basado en texto  del
libro
O pequeno Príncipe, de Antoine de Saint-Exupéry,
ed. Agir.
En 12.1.2016.

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