Momento Espírita
Curitiba, 28 de Março de 2024
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ícone Cansancio

Usted está cansado. El día ni siquiera despertó y usted ya siente todo el cuerpo  reclamando del cansancio que deberá llegar.

Siente que las fuerzas físicas deben entrar en colapso a cualquier momento. Que sus fuerzas psicológicas están cayendo.

Usted se levanta de la cama y anda arrastrando los pies, como si el cuerpo pesara una tonelada. Va hasta el espejo, se mira y observa. Las ojeras están ahí. Es como si no hubiera dormido.

Increíble. Las horas de sueño parecen que no le son suficientes. Que usted precisa siempre más y más.

Quizás unas vacaciones más prolongadas, más distracción.

Pese a todo, las horas reclaman agilidad. Usted se prepara y sale para el trabajo. El estrés del tránsito está terrible. Cada día peor. Es el embotellamiento, el accidente, las bocinas, la fuerte lluvia que dificulta la visión. Difícil estacionar. ¡Qué día!

Finalmente usted llega al local de trabajo y empieza a lamentarse. La mesa está siempre atiborrada de papeles. La impresión es que cuanto más usted hace, más trabajo aparece. Y justamente hoy el jefe parece estar más irritado de lo que suele estar. Usted continúa  lamentándose. Al fin de cuentas, usted está muy cansado. En realidad, viene diciendo esto hace mucho tiempo.

Deténgase un momento. Observe cómo los demás reaccionan a sus quejas. Porque usted se vuelve repetitivo, algunos para no herirlo, manifiestan su acuerdo. Otros callan, y piensan en el tiempo que usted está desperdiciando, reclamando, sin hacer nada al respecto.

Algunos se muestran indiferentes. Piensan que el problema es suyo y sólo a usted cabe solucionarlo. Quizás alguien llegue a irritarse con sus lamentaciones.

Puede ser que algunos se alejen para no oírlo más, porque siempre que usted reclama se vuelve exagerado, aburrido, cansativo.

Piense un poco. Si el cansancio es físico, descanse. Las leyes divinas recomiendan el reposo. Si es mucho el cansancio, quizás usted esté enfermo y necesite de atención profesional. Consulte a un médico, realice exámenes, trátese.

Si su cansancio lo preocupa, tome el camino más conveniente. Pero, si algún  motivo lo impide de hacerlo, entonces cállese. Trabaje y ore,  busque apoyo y rehágase  en las fuentes espirituales.

Busque a Jesús en la intimidad de su corazón y entréguele su cansancio y su descanso.

Ilumine los campos del alma con actividades que lo enriquezcan espiritualmente, que lo alegren verdaderamente.

Evite reclamaciones constantes, porque ellas no mejorarán su cansancio, ni su agotamiento.

Procure actividades que lo rehagan. Escoja un local donde necesiten brazos amigos y  ofrézcase como voluntario. Cambio de actividad significa también reposo.

Para su distracción elija lo que lo pueda rehacer. Un paseo tranquilo, la observación atenta de un cuadro de la naturaleza. Encántese con una música. Disfrute la comodidad familiar.  Rece y sea feliz. 

¿Usted sabía? 

¿Usted sabía que el sueño fue dado al hombre para que pudiera recuperar  las fuerzas físicas y  morales?

¿Y  que mientras el cuerpo se recupera de los efectos de la actividad del día, el espíritu también se reabastece en el mundo espiritual?

Es por esa razón que la oración,  antes del sueño físico, es tan importante. Con ella, sintonizamos con las mentes superiores con las que, poco más tarde, cuando  durmamos, podremos encontrarnos para los diálogos que alimentan al alma y fortifican la disposición para las luchas.

 

(De los libros: Para uso diario, Ed. Fráter Libros Espíritas, cap. 24 y El Evangelio Según el Espiritismo - cap. XXVIII, inciso 38)

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