Momento Espírita
Curitiba, 27 de Abril de 2024
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ícone Inversiones a largo plazo

Se habla mucho de inversiones. Los hombres de negocios están habituados al lenguaje, donde se mezclan acciones, caídas de la bolsa, títulos cambiarios, valores de la moneda.

Las inversiones, muy celosamente, son vistas y revisadas ??diariamente, consumiendo energía y preocupación.

A veces llegan a costar valiosas horas de sueño, a causa de las fluctuaciones del mercado de acciones.

Si esas inversiones llenan cajas fuertes y cuentas bancarias, hay otras que abarrotan de bendiciones la existencia.

Deberíamos pensar también en invertir, por ejemplo, en la amistad.

He aquí un título cuya cotización está siempre en alza. Y cada vez más. No hay quien no haya experimentado, al menos una vez en su vida, el gran valor de la amistad.

Por eso mismo, merece una gran inversión. E invertir en la amistad es dedicar un tiempo al amigo. Es recordar de telefonear, de vez en cuando, sin ningún motivo en particular.

Sólo para preguntar, ¿qué tal?, o para acordar tomar un café al final de la tarde. Ir al cine o al teatro.

Es adquirir una pequeña monería, envolver en el papel colorido del bien querer y ofrecerla, sin que sea el día del amigo, día del cariño, día de cualquier cosa.

Simplemente porque el día de un amigo es cuando se regala a otro amigo.

Es escribir lo que siente el alma, desbordando el cariño y la ternura para quien, tantas veces, ya nos ofreció el hombro en el que llorar.

O nos apretó la mano en un momento especial, sin decir nada, al mismo tiempo expresando todo lo que el lenguaje humano es incapaz de traducir en su totalidad.

Otra buena inversión es en la cultura. En nuestra propia cultura. No hay peligro de reducir su cotización ningún día.

Esa inversión requiere la búsqueda de buenos libros. Libros que se pueden pedir prestados de las bibliotecas o de los amigos.

Libros que se pueden adquirir cada mes, cada semana. Exactamente como una inversión seria. Inversión a largo plazo.

Libros que deben ser leídos e releídos. Analizados y discutidos. Libros cuyo contenido enriquezca el vocabulario, airee las ideas.

Invertir en cursos que nos perfeccionen en la expresión de la lengua patria y de otros pueblos. En fin, que promuevan el crecimiento de nuestro intelecto.

Invertir en los niños, futuro del mundo. Esa es una inversión que comienza en el hogar, cuando el pequeño recibe las primeras nociones del amor y de la virtud.

Invertir en él es encontrar tiempo para oír el relato de sus logros personales, de las batallas ganadas, de las amistades conquistadas.

Contar con él las piedrecitas recogidas en el día, los globos reventados en la fiesta, las velitas apagadas.

Hablar lo necesario, nunca demasiado, sobre las virtudes a ser conquistadas. Indicarle con optimismo la posibilidad del progreso.

Enseñarle a amar los libros, leyendo con él y poniendo a su disposición las joyas de la literatura infantil, que deben divertir, instruir y educar.

Hablarle de Dios, de la vida, del amor. Sentarse con él en los peldaños del tiempo, penetrar en su mundo e inundarlo de luz.

Inversiones... Hay algunas que son sólo para los días de la Tierra.

Otras, que se adentran en las fronteras del Espíritu y lo acompañan, más allá de la tumba y en las vidas futuras.

* * *

De todas las inversiones, la más segura y perenne es aquella en la cual el hombre pone la nobleza de los grandes ideales.

Aquella que se refiere al Espíritu inmortal, que se encuentra en la Tierra solamente de paso rápido.

Y el mejor tiempo para invertir es el tiempo presente.

 

Redacción del Momento Espírita.
En 6.4.2015.

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