Momento Espírita
Curitiba, 26 de Abril de 2024
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ícone Este es mi nieto

Me acuerdo feliz de las veces que llegaba a tu casa y venías, ligera, a recibirme en el portón.

Me acuerdo que mis ojos encontraban los tuyos y que me enseñabas a utilizarlos también para sonreír.

Me acuerdo de la ternura de aquella mirada tan silenciosa, capaz de hablar a mi corazón.

Me acuerdo de tu regazo, de tu abrazo, de tus manos suaves que acariciaban mis cabellos.

Me acuerdo de tu casa: tan festiva, tan acogedora, tan primaveral  y de los besos con los que me acogía en tu alma.

Me acuerdo del orgullo con el que me presentabas a los vecinos y a los amigos: Este es mi nieto, decías, tomándome en seguida para un beso y una caricia.

Cuando joven, me acuerdo de tus consejos tan adecuados y sabios, que eran capaces de desnudar mi Espíritu y revelarme a ti, en toda mi fragilidad.

Pasaron los años. Vi la nieve del tiempo cubrir tus cabellos, antes tan negros.

En el extremo de tus ojos surgieron las marcas de la experiencia.

Tus manos, aquellas manos vigorosas cuyos dedos ágiles preparaban la masa del pan y de las galletas que tanto me gustaban, ahora se volvieron frágiles y rugosas.

Tus piernas, antes fuertes y decididas, que un sinnúmero de veces me acompañaban  en los paseos y en los juegos de ronda, ahora son lentas y les cuesta cargar tu delicado cuerpo.

*   *   *

Ya soy adulto, abuela.

Hoy, tú ya no marchas ligera en dirección a mí, aunque con gran dificultad vienes a recibirme en el portón.

Mis ojos aún encuentran a los tuyos y sigues utilizándolos para sonreírme, con cierto esfuerzo, debido a tus cataratas.

Tú ya no me coges en tus brazos, pero en tu sonrisa tengo un verdadero puerto seguro para sentirme acogido frente a los dolores del mundo.

Tus manos frágiles descansan en mis cabellos, aunque ahora necesito poner mi cabeza muy cerca de ti, para que no te canses tanto al estirar tus brazos.

Tu casa, desgastada por la acción del tiempo, continúa trayendo la primavera a mi Espíritu.

Y con una sonrisa iluminando tu rostro cuando me acerco, con cariño miras a tu enfermera y dices: Este es mi nieto, aunque ella me conoce desde hace mucho tiempo.

Tu memoria ya no es la misma, sin embargo, todavía continúas teniendo las palabras ciertas, en la hora cierta, haciendo que mi alma permanezca como un libro abierto para ti.

*   *   *

Hoy tú has partido, abuela. Dejaste mi corazón lleno de nostalgia y el alma rebosando de recuerdos.

Sin embargo, las lágrimas que fluyen de mi cara no son de tristeza. Son de gratitud por tu amor, por las caricias recibidas, por los besos cariñosos y por los consejos que siempre me han guiado.

Llegará el día en que recibiré tu abrazo apretado de nuevo y sonriendo, como siempre, tú mirarás a los buenos ángeles que te acompañan y con serenidad, repetirás: Este es mi nieto.

*   *  *

Los lazos de amor no se deshacen con la muerte.

Aunque la añoranza se vuelva espada desenvainada para herirnos el alma, guardemos la certeza de que, en el reino del Creador, no hay puntos finales. Antes, hay reticencias que señalan la continuidad de la vida en las moradas del Infinito.

Redacción del Momento Espírita.
En 19.3.2015.

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