Momento Espírita
Curitiba, 01 de Maio de 2024
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ícone Vivir en plenitud

Al morir el día, mientras el sol estira su manto de nubes para cubrirse, acomodándose en el poniente, permítete un tiempo para reflexionar.

¿Lo que hiciste hoy te ha dejado feliz?

Puede que hayas añadido una suma considerable a tu saldo bancario, puede que hayas celebrado contratos importantes, que te garanticen ganancias por un largo tiempo.

Puede que hayas recibido honores, premios por tu capacidad intelectual. Puede que hayas sido laureado por el proyecto exitoso.

Puede que hayas dado muchos autógrafos en el libro que acabas de publicar, que hayas recibido aplausos vibrantes e sostenidos por el espectáculo musical en que te esmeraste.

Sí, todo eso son conquistas. Y debes estar feliz con el balance que indica que la columna positiva supera a la negativa.

Pero, ¿estás verdaderamente feliz? Dentro de ti, ¿sientes que utilizaste lo mejor posible ese día que adormece, encubriéndose en los pliegues de la noche?

Piensa un poco: además de los abrazos de aquellos que son pagados para servirte, acompañarte; de los que desean posar para fotos a tu lado con el fin de verse proyectados en la escala social; además de aquellos que te buscan porque disfrutas de éxito, ¿alguien que te ama verdaderamente te abrazó?

Es decir, después de todo el trabajo, del disfrute de las glorias del mundo, de los aplausos, cuando las luces del escenario se apagan, dejando un aire de soledad, ¿qué tienes realmente tuyo?

¿Tienes un hogar al que regresar? ¿Alguien que te ame? Un hijo que te espera para saltar sobre tu cuello y gritar: ¿¡Papá!?

¿Tienes un marido que te ama y aguarda que las próximas horas sean sólo para ustedes dos?

¿Tienes padres ancianos que esperan ansiosos tu llegada a casa?

¿Tienes una mascota para acariciar?

¿Un perro que, desde que llegas a la esquina, identifica el ruido de tu automóvil y te espera en el portón?

¿Que salta, ladra, mueve la cola, demostrando su alegría de tenerte como dueño?

Y más importante que eso: ¿disfrutas íntegramente de cada una de esas oportunidades?

¿O llegas a casa, te tiras en el sofá y no quieres hablar con nadie porque estás cansado?

¡No hagas eso!

Disfruta de tu vida en plenitud. Ama, demuestra afecto, besa, diles qué difícil fue quedarte tantas horas lejos del amparo familiar.

Pregunta por los niños, sonríe, tírate al suelo y juega con ellos.

Esfuérzate por comprender el lenguaje de tus hijos adolescentes, agradece el mensaje que te  enviaron al celular, aunque no lo hayas entendido todo.

Dedica algún tiempo a ellos, pregúntales acerca de aquellas abreviaturas cuyo significado no logras identificar, cuando recibes los mensajes.

Sal con tu mujer para bailar. O coloca un CD de músicas románticas y baila en la sala de la casa, mejilla con mejilla.

Mírala. Pasaron los años, los hijos llegaron, pero ella sigue hermosa. Díselo para que lo sepa. Y que ella devuelva el elogio.

Y si no tienes padres, cónyuge, hijos, hermanos, si vives solo, aun así aprovecha lo que tienes.

Escucha música, lee un buen libro, ve una película. Telefonea a un amigo. Escribe a otro solitario.

¡Vive!

Y cuando el sueño se acerque invitándote al descanso físico, no te entregues a él antes de orar a Dios en gratitud por las horas vividas.

Agradece por tu vida. La maravillosa vida que tienes.

Agradece por tu capacidad de amar. Y por el amor que tienes.

Redacción del Momento Espírita.
En  18.12.2014.

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