Momento Espírita
Curitiba, 19 de Abril de 2024
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ícone Trasplante especial

El primer trasplante que se tiene noticia en la Historia, fue realizado en el siglo III por los hermanos Cosme y Damián.

Un sacristán de la Iglesia, en Sicilia, tuvo un problema de gangrena en una de las piernas y necesitó que se le hiciera una amputación.

Los hermanos fueron al cementerio de la localidad y el único cadáver disponible era el de un negro etíope. Ellos retiraron la pierna del cadáver y, después de haber operado al sacristán, le colocaron la nueva pierna.

El trasplante fue realizado con éxito y el sacristán pasó el resto de su vida con una pierna de cada color.

Los hermanos, considerados santos por la Iglesia Católica, tienen sus efigies coronando muchas Facultades de Medicina, porque son considerados patronos de la Medicina.

Pero, fue en el siglo XX que un cirujano sudafricano se hizo famoso al realizar el primer trasplante de corazón en el mundo.

Era el día tres de diciembre de 1967, cuando el doctor Christiaan Neethling Barnard implantó el corazón de una joven de veinticinco años, Denise Darwall, muerta en un accidente de tránsito, en un enfermo de cincuenta y tres años.

El lituano Louis Washkansky alcanzó a sobrevivir dieciocho días. Esa intervención hizo del cirujano de Ciudad del Cabo una celebridad, en menos de veinticuatro horas.

Exactamente un mes después, el día tres de enero del año siguiente, el Dr. Barnard realizó su segundo trasplante, poniendo el corazón de un africano negro de veinticuatro años, Clive Haupt, víctima de hemorragia cerebral, en el cuerpo del dentista blanco Philip Blaiberg de cincuenta y ocho años.

Él sobrevivió dieciocho meses. Después de ese intento, el Dr. Barnard y su equipo realizaron más de veinte trasplantes, y ese tipo de cirugía se extendió por el resto del mundo. Su paciente que más sobrevivió, Dirk Van Zyl, vivió con el nuevo órgano por veintitrés años más.

El Dr. Barnard murió en el balneario de Paphos, en el año dos mil uno, en la isla de Chipre, donde pasaba sus vacaciones, a los setenta y ocho años de edad.

El Dr. Christiaan Barnard se atrevió a intervenir en el corazón del hombre y mostró que el trasplante de órganos era posible.

Pero antes de él alguien ya había movido mucho con la cuestión del corazón del hombre.

No exactamente el corazón, órgano físico, sino con otra estructura del corazón. Él sabía que todas las realizaciones parten de la intimidad del ser.

Por eso proclamó: Bienaventurados los que tienen puro el corazón, porque ellos verán a Dios.

Verán a Dios, no con los ojos físicos, sino con los ojos del alma.

Habrán alcanzado un estado de tal pureza que podrán ver al ser Increado, nuestro Padre Eterno.

Jesús también nos enseñó que el hombre habla de lo que está lleno su corazón, es decir, su interior.

Dijo aun que el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón extrae el bien.

En todas sus exhortaciones Jesús, el Excelso Médico de nuestras almas, utiliza la palabra corazón para significar aquello que está en el interior.

Si el Dr. Barnard se hizo famoso por demostrar la técnica de trasplante del delicado órgano llamado corazón, Jesús realizó cirugía más profunda, yendo al meollo del ser.

La Suya es la invitación para que el hombre renueve su interior.

Más profundamente que trasplantar un órgano físico, Jesús propone un cambio en las actitudes.

Trasplante de sentimientos nobles, actitudes dignas, pensamientos productivos.

Pensemos en eso y sometámonos a la delicada cirugía de la renovación interior.

 

Redacción del Momento Espírita, con base en datos
biográficos del Dr. Christiaan Barnard;  citas del
Evangelio de Mateo,
cap. V, vers. 8 y
Evangelio de Lucas, cap. 6, vers. 45.
En 30.9.2014.

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