Momento Espírita
Curitiba, 16 de Abril de 2024
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En la naturaleza, el proceso de renovación ocurre en forma cíclica.

Las estaciones del año se suceden.

En la gradual alternancia entre el frío y el calor la vida se renueva.

Algunas especies vegetales sobresalen y  se muestran exuberantes en ciertas épocas del año.

Después salen de escena y dan paso a otras.

Existen animales que hibernan en el invierno y sólo viven activamente durante el verano.

Los hábitos de gran parte de ellos presentan diferencias conforme a la época del año.

Siempre existe en la naturaleza una cierta frescura que resulta de esa danza renovadora.

Los hombres también sienten la necesidad de renovación.

Al principio de un nuevo año  son comunes las promesas de modificación del propio comportamiento.

Surgen proyectos de dietas, ahorros, estudios y  dedicación a diversos objetivos.

Se tiene el deseo de romper con la inercia o con viejos hábitos nocivos.

Sin embargo, muchas veces lo que se hizo o no se hizo, lo que se calló o lo que se dijo parece irremediable.

No siempre es fácil volver sobre los propios pasos y rehacer el pasado.

Siempre se puede adoptar un modelo de comportamiento más noble para el futuro.

Sin embargo, algunas consecuencias de los actos practicados se nos presentan ineludibles.  

Aquel que no dio atención a los padres ancianos y enfermos, después de la muerte de ellos se ve en dificultades para reparar la falta.

La traición entre los cónyuges suele dejar tristes marcas en la intimidad.

Aunque permanezcan  juntos, la relación puede presentar otra manera de ser, menos espontánea y feliz.

La calumnia que se lanzó en la vida del prójimo difícilmente permite la reparación total.

El calumniado convivirá por siempre con las sospechas que sobre él fueron lanzadas.

Padres omisos que ven a sus hijos en los caminos del crimen o de las drogas no encuentran manera fácil o eficaz de redención.

¿Cómo recuperar la confianza del amigo a quien se le faltó en momentos de gran dolor o necesidad?

De hecho, algunos actos presentan  consecuencias graves e inexorables.

La liviandad de un momento puede complicar una vida.

A menudo, al reflexionar mejor acerca de lo que se hizo, el hombre experimenta arrepentimiento atroz.

Desearía poder volver sobre sus pasos y actuar con dignidad.

En la vejez, cuando las pasiones y las ilusiones disminuyen, no es raro que surja la voluntad de rehacer muchas cosas.

La sabiduría Divina, atenta a la fragilidad humana, providenció un medio de amplio recomienzo.

Se trata de la reencarnación, que permite el olvido de las faltas cometidas y sufridas.

Ella tiene la finalidad de hacer viable que las personas aprendan y  se recompongan.

Ofendidos y ofensores del pasado renacen en el mismo entorno familiar o social.

Mediante la nueva convivencia, tienen la oportunidad de reanudar viejos lazos y solucionar antiguas disputas.

Enterado de eso, valoriza y trata muy bien a tus familiares, vecinos y amigos.

Los que te parezcan más difíciles quizás hayan sido otrora perjudicados por ti y guardan la intuición de lo ocurrido.

Aprovecha toda oportunidad para ser comprensivo, leal y  bondadoso.

Las dificultades de hoy representan la nueva oportunidad que has deseado ardientemente en el pasado.

¡No te la pierdas!

Redacción del Momento Espírita.
En 10.3.2014.

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