Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone El más Sublime Amor
 

 En el momento de finalizar el año, la figura de Jesús suele ser muy  recordada.

Hablamos de Su vida, Sus ejemplos y Sus lecciones.

A Jesús generalmente se lo reconoce como el mayor ejemplo de amor   consumado de que se tiene  noticia.

Después de todo, dispuesto a morir en un holocausto de amor por la Humanidad.

Estar dispuesto a morir por alguien o por una causa  es señal de grande dedicación y abnegación.

Sin embargo, los mártires no son raros en los registros de la Historia.

Muchos son inocentes que murieron en el contexto humano.

Pero ninguno de ellos se aproximó siquiera de la excelsa magnitud del  sublime Mesías Divino.

Por  más grande que sea un personaje histórico, ante Jesús el se desdeña y se desvanece.

Bien se ve que la grandeza de Cristo no se encuentra apenas en Su muerte, mas primordialmente en Su vida, en un contexto mucho mas amplio.

La sublimidad del amor que El dedica a la Humanidad trasciende más allá de todo lo que se ha vivido en la Tierra.

Con el fin de valorarla adecuadamente, conviene raciocinar sobre ese afecto maravilloso que ampara  a todo el mundo.

Conforme la Espiritualidad Mayor enseña, la perfección de Jesús se pierde en las noches del tiempo.

Mucho antes del planeta Tierra existir, El ya había completado todos los procesos, tornándoSe perfecto.

En la plenitud de todos los dones, recibió del Creador la tarea de presidir la creación del orbe terreno.

Amorosamente Se eximió  de la tarea, brindando un hogar para los Espíritus necesitados de experiencias materiales.

Más también era, y se convirtió en Pastor de los miles de millones de almas internadas en la nueva escuela sideral que se convirtió el planeta.

Seres primitivos aquí ensayaran sus primeros pasos con destino a la vida moral.

Entidades antiguas y rebeldes a  las Leyes Divinas también llegaran al orbe terreno, en su necesidad de ajuste y aprendizaje.

Jesús siempre preside los procesos de aprendizaje y de la redención que se desarrolla en el planeta.

Periódicamente envía profesores, en la figura de Espíritus más avanzados, que ejemplifican las virtudes e impulsan las artes y las ciencias.

Además de esta dedicación milenaria e incansable, también deseo compartir los dolores de la Humanidad encarnada.

Acostumbrado a convivir con los seres angélicos, en altas esferas sublimes, tomó un cuerpo de carne y habitó entre rústicos e ignorantes.

En Su perfección, era consciente de Su naturaleza y de la esfera celeste de que venia.

Esto sin duda Le permitía diariamente medir la debilidad  y la ignorancia existente entre los que Le rodeaban.

Pero no Se enfadó, no condenó, a nadie despreció.

En Su grandeza, ha demostrado que el verdadero amor desconoce barreras, por más grandioso que parezca.

El ejemplo de ese Sublime Amor persiste hasta hoy como una invitación a  que Le sigamos los pasos.

Pensemos en eso.

Redacción del Momento Espirita.
En 26.04.2010.

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