Momento Espírita
Curitiba, 26 de Abril de 2024
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ícone Un nacimiento

 

Aquel nacimiento singular, en un momento de gran alucinación colectiva en la Tierra, debería dividir los hechos de la Historia, marcando lo Suyo como el período de preparación de la paz.

No era un conquistador odioso, que venía armado para los combates destructivos, sino que un vencedor, que vino solamente para amar.

Por eso, no fue reconocido, o mejor, no Lo quisieron conocer. Porque estaban preparados para la guerra, para el odio, para el desgano, lejos de los sentimientos de la compasión y de la misericordia, de la comprensión y de la caridad.

Israel era soberbia y su pueblo, ingrato.

Por eso, Roma la sometía con sus legiones impiedosas, amenazando siempre con la fuerza y la arrogancia de sus administradores de un día.

No había lugar, en aquellos corazones, para la comprensión de la fragilidad humana, de la temporalidad de todas las cosas, para el esfuerzo de la solidaridad.

Fuerte, entonces, era aquel que sometía, aunque fuese vencido luego, por la enfermedad, por la desgracia política, por la muerte...

El débil era odiado, porque no revidaba, ni diseminaba el desprecio al enemigo, ante su situación subalterna.

*   *   *

Jesús... Sí, Su nombre, fue la fuerza del amor que modificó las estructuras del pensamiento y de la razón, alterando, por definitivo, la faceta del planeta.

Nunca más la Tierra sería la misma después de Él...

Antes, sufría el peso del tanque de la guerra perversa y de las devastaciones del odio.

Es cierto que todavía no cesaron los combates del hombre y de la mujer contra sus hermanos, y sin embargo, permanece el sentimiento de fraternidad en memoria y en homenaje a Él.

Combatido, siguió amando.

Odiado, continúo amando.

Crucificado, persistió amando,

Y muerto, resucitó del sepulcro, con el fin de proseguir amando...

*   *   *

En estos tiempos de incertidumbres momentáneas, de crisis morales graves, no hay manera de sobrevivir, si no continuamos amando.

Ejemplos, buenos ejemplos, existen para ser seguidos, y no apenas catalogados en los años de la Historia y admirados distantemente por la gran masa popular.

Jesús precisa ser la referencia primera de nuestras vidas, mas no el Jesús distante, crucificado en las alturas, sino el Jesús amigo, consejero amoroso de todo los días.

Recordémonos más de Su nacimiento que de Su asesinato, de Su presencia más que de Su ausencia.

El Consolador ya está entre nosotros, abrazándonos a todos cada día más fuerte.

No se puede huir de la verdad. No se puede continuar sin amor en el corazón.

Todo nacimiento es motivo de alegría, y este, en especial, representa el nascer del amor maduro, del amor ágape, en la intimidad fértil del Espíritu inmortal.

Recordemos a Jesús... Siempre.

Redacción del Momento Espirita basado  en el cap. 30 del livro O amor como solução,
por el Espíritu Joanna de Ângelis, psicografía de Divaldo Pereira Franco, ed. Leal.
En 06.04.2009.

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