Momento Espírita
Curitiba, 28 de Março de 2024
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ícone La suavidad consigue esculpir
 

 

El Monasterio en la orilla del Río Piedra está cercado por una linda vegetación, verdadero oasis en los campos estériles de aquella parte de España.

Allí, el pequeño río se trasforma en una caudalosa corriente, y se divide en decenas de cascadas.

Quién camina por aquel lugar escucha la música de las aguas y encuentra, de repente, una gruta, debajo de una de las caídas de agua.

Observando cuidadosamente las piedras gastas por el tiempo, las formas que la naturaleza crea con paciencia, se ve escrito en una placa, los siguientes versos de Rabindranath Tagore:

No ha sido el martillo que dejó perfectas estas piedras, sino el agua, con su dulzura, su baile, y su canción.

Donde la dureza sólo hace destruir, la suavidad consigue esculpir.

*   *   *

La lección del poeta es de extrema profundidad.

Solamente con suavidad, paciencia y calma, conseguimos esculpir nuestro íntimo, realizando la reforma de nuestras almas con el objetivo de encontrar felicidad.

Solamente con suavidad, paciencia y calma, conseguimos esculpir nuestro mundo, realizando su modificación para mejor.

El martillo que destruye está en las críticas crueles, en las palabras groseras que salen de nuestras bocas y hieren el autoestima de las personas a nuestro alrededor.

Mientras la dulzura del agua está en los consejos edificantes, en la atención y paciencia con que oímos a alguien, en las palabras de estímulo, en el cumplido animador.

El martillo destruidor está en el acúmulo de la culpa en nuestro corazón, en la autoexigencia desequilibrada, en la falta de amor propio.

La docilidad del agua está en la compresión de nuestras dificultades, en el auto perdón, y en la disposición constante para corregir nuestros errores.

En nuestros días, en el análisis de nuestro comportamiento, de nuestras acciones, recordemos siempre la delicadeza del agua moldando las rocas a través de los tiempos.

Procuremos conquistar la paciencia y la tranquilidad, ciertos de que son virtudes dinámicas, que nos hacen seres pacíficos.

Que las palabras del poeta indiano nos sirvan de guía, de inspiración:

No ha sido el martillo que dejó perfectas estas piedras, sino el agua, con su dulzura, su baile, y su canción.

Donde la dureza sólo hace destruir, la suavidad consigue esculpir.

*   *   *

La suavidad, la delicadeza, son el amor expreso en las pequeñas cosas, en los gestos aparentemente simples, pero que revelan nuestra preocupación con el próximo.

 

Redacción del Momento Espírita,
con base en Yomaktub.
En 19.02.2009.

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