Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone La máscara del mal

        En mi pared hay una escultura de madera japonesa.

        Máscara de un demonio malo, cubierta por laca dorada.

        Comprensivo observo las venas dilatadas de la tez, indicando: ¡cómo es agotador ser malo!

*   *   *

        Los versos de Bertolt Brecht - importante dramaturgo y poeta alemán del siglo XX – traen de una manera sin compromiso, casi ingenua, una verdad grandiosa.

        Seguramente percibió, en los trazos fuertes y serios de aquel rostro, la marca de cansancio, del peso de se cargar un ceño cerrado por tanto tiempo.

        ¿Y quien es capaz de aguantar ese fardo por tanto tiempo?...

        Cargar la máscara del mal extenúa y consume las fuerzas inevitablemente.

        Cargar la máscara del odio, del resentimiento, de la revuelta, se nos dilatan las venas de la tez; nos envenena las células; nos hace enfermar, día tras día, el cuerpo y el alma.

        El mal es extremamente incomodo, he ahí la verdad. Una de las razones por las cuales entendemos que el mal no tiene como prevalecer en la Tierra.

        Aunque pueda traer aparentes ventajas en un primer momento, con el pasar del tiempo él nos cansa, nos enflaquece.

        La esencia del bien, sin embargo, nos hace más ligeros y nos concede placeres durables y auténticos.

        Se ha ido el tiempo donde necesitábamos responder violencia con violencia.

        Se ha ido el tiempo donde el ataque era la mejor defensa, recordando algunas técnicas bélicas tan comunes.

        Se ha ido la era de la ley del más fuerte.

        Han llegados los tiempos del reino del amor, de poner en práctica, sin miedo, la enseñanza de ofrecer la otra faz. Y la otra faz de la máscara del mal es la esencia del bien, que todos tenemos en nuestro íntimo.

        Tal como piedra a ser lapidada, la esencia Divina habita la intimidad de nuestro Espíritu inmortal, y aguarda oportunidad de lucir para nunca más apagarse.

        Sí, en otras épocas, los guerreros que más resistían a los enemigos eran aquellos que cargaban la máscara del mal, del odio fulminante, hoy, tal éxito se dará para los que optaren por el bien  y en nombre del bien se opusieren al mal.

        A todo instante caen los guerreros del mal, entendiendo finalmente que el bien hay de reinar. Y lo que parece derrota en un primer momento, se muestra como victoria, luego enseguida.

        Victoria del hombre sobre él mismo. Victoria de la virtud sobre la imperfección. De la luz sobre la tiniebla.

        En la obra El génesis, Allan Kardec discurre sobre la temática del origen del bien y del mal, y presenta el siguiente raciocinio:

        Dios, todo bondad, puso la medicina al lado del mal, o sea, hace que del propio mal salga la medicina.

        Un momento llega en que el exceso del mal moral se hace intolerable e impone al hombre la necesidad de cambiar de vida.

        Instruido por la experiencia,  se siente compelido a buscar en el bien la medicina, siempre por efecto de su libre albedrío.

        Cuando toma mejor camino, es por su voluntad y porque reconoció los inconvenientes del otro.

        La necesidad, sin embargo, le constriñe a mejorarse moralmente, para ser más feliz, del mismo modo que le constriñó a mejorar las condiciones materiales de su existencia.

Redacción del Momento Espirita,
con citación del ítem 7, del cap. III,
del libro
A gênese, de Allan Kardec, ed. Feb.
En 26.12.2008.

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