Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone En nombre de los derechos humanos

        Ella era una mujer pobre y analfabeta en un país donde las mujeres no tienen derechos.

        Tratadas como moneda de cambio o compensación por cualquier perjuicio, ellas son negociadas por sus padres.

        Aún niñas, pueden ser entregadas en casamientos arreglados para calmar los ánimos exaltados en desaciertos tribales.

        No pueden escoger al hombre con quien desean casarse, y si se contraponen a esa regla pagan con la vida por la deshonra que atraen a la propia familia.

        Mukhtar vivía en su aldea y era respetada porque, aunque analfabeta, decorara el Corán y enseñaba a los niños gratuitamente.

        También auxiliaba en la renta familiar enseñando bordados a otras mujeres.

        Desde temprano ella aprendió que en Punjab la mujer no tiene derecho a elegir o soñar.

        Cierto día, fue llevada por su padre y su tío a la tribu vecina, considerada de casta superior, para pedir perdón en nombre de la familia.

        Ocurrió que su hermano de solo doce años, fuera acusado de hablar con una joven de aquella tribu, deshonrándola.

        El consejo de la tribu decidió que Mukhtar debería ser entregada a los hombres del clan ofendido a fin de reparar la ofensa.

        Ella fue agredida sexualmente por varios de ellos. En los primeros días después de ocurrido ella deseó la muerte, en seguida decidió luchar por sus derechos.

        La actitud corajosa de aquella joven herida y humillada dio inicio a una revolución, a propósito de la situación de la mujer en su país.

        Su historia alcanzó el noticiario internacional y fue invitada a participar de conferencias en diversos lugares del Mundo.

        Con el riesgo de su vida y de sus familiares, Mukhtar luchó por la justicia.

        Pero no solo para sí. Por todas las mujeres que, todos los días, tienen sus derechos usurpados, aplastados.

        Reconociendo que hubo muchos obstáculos en el desarrollo de su proceso judicial, una vez que ella no sabía leer ni escribir, adoptó una decisión muy seria.

        Con recursos del Estado y de otros países ella logró fundar una escuela para niñas.

        Si para construir la escuela ella tuvo el apoyo internacional, fue una lucha más ardua convencer a los padres de las niñas a dejarlas estudiar.

        Insistió de puerta en puerta y en el transcurso del tiempo más de dos centenares de niñas empezaron a frecuentar la escuela.

        Para asegurar la frecuencia ella estableció un premio por la perseverancia.

        Un premio que interesaba a las familias: una cabra para las niñas y una bicicleta para los niños.

        Ella trabaja con objeto de asegurar un futuro distinto para aquellas niñas, permitiéndoles que tengan acceso al conocimiento de las leyes y de sus derechos.

        En su país se tornó conocida como la hermana mayor que debe ser respetada, Mukhtar Mai.

        Un dolor muy hondo aún existe en su alma al acordarse de los años de lucha que tuvo que enfrentar, las calumnias movidas en su contra.

        Sin embargo, mira el futuro teniendo confianza, y si logra evitar que ocurra a otras niñas, adolescentes y mujeres lo mismo que a ella, ya habrá valido la pena.

        Mukhtar Mai, una mujer de coraje luchando por los derechos humanos.

        Una bandera de estoicismo y bravura que transformó su propio dolor en lucha por los derechos de las mujeres.

Redacción del Momento Espírita con base en el libro
Desonrada, de Mukhtar Mai, ed. BestSeller, Brasil.
Em 22.12.2008.

 

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