Momento Espírita
Curitiba, 29 de Abril de 2024
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ícone Mensaje de Jesús

        Él era un copista, una profesión muy importante en aquellos días de los años trescientos.

        Teódulo es su nombre. Atado al poste recibe el suplicio. Desean que confiese.

        El magistrado le apunta un pergamino e insta que confirme ser suya la letra, que él copió aquellas hojas. Y todavía más: saber para quien las copió, cuándo y por qué.

        Teódulo no reconoce la letra. No había copiado aquellos textos y no sabe a quien pertenecen.

        Los jueces deciden darle un tiempo para que él examine los textos y se certifique que él mismo los había redactado o identifique el copista.

        En el transcurrir de las horas Teódulo se detiene en la lectura de las hojas.

        Se demora en el examen de los pasajes cariñosamente grabados y atribuidos a un tal de Levi. Mateo en griego.

        Él se resiente de la falta de alimento y agua, sin embargo,  se siente transportado a una especie de cielo interior.

        Allí está el más bello legado que un pensador podría dejar a la Humanidad. Es la fórmula para la reforma y la liberación de los hombres.

        Sus verdugos retornan por la tarde y lo llevan otra vez al interrogatorio.

        Teódulo yergue la frente y con coraje, exclama:

        Señor Procurador, una vez más les  afirmo que no soy responsable por esta copia.

        Sin embargo, el texto grabado es tan noble y de tan gran dignidad que yo me sentiría muy honrado en esmerarme en su transcripción.

        La confesión le valió la pena de ser llevado desnudo al poste del suplicio. Aunque el examen comparativo con otros trabajos suyos confirmara su inocencia, él tuviera la osadía de desacatar la autoridad y necesitaba ser castigado.

        El azote le surca las espaldas. Sus muslos estremecen. El sudor abunda y la sangre vierte por su cuerpo.

        Con la cabeza colgada, Teódulo piensa:

        ¿Hasta qué punto se puede sufrir por la verdad?

        La noche devora el paisaje. Ya liberado, él se levanta y busca el local donde se reúnen los hombres del Camino.

        Entra discretamente y escucha con interés.

        Aquel mensaje es también el suyo, pues  había sufrido por él.

        Cierra los ojos. Mente y corazón se unen en una súplica:

        Jesús, hoy vengo a ofrecerTe mis heridas aún recientes. Que Tus palabras permanezcan en mi Espíritu el tiempo que duren las cicatrices.

*   *   *

        Jesús en nuestras vidas es siempre un marco divisor entre el antes y el después.

        Delante de Su mensaje no hay quien permanezca indiferente.

        Unos rechazan y persiguen a los que lo divulgan.

        Otros lo abrazan y aun en medio a los dolores y dificultades conquistan la felicidad desde  hoy.

        Jesús es siempre el estuario de la tranquilidad, el archipiélago de la paz.

*   *   *

        A Mateo se atribuye la escritura del primer Evangelio de Jesús.

        Fue escrito en el idioma hebraico y el propio Mateo lo tradujo, a seguir, para el griego.

        Evangelio quiere decir Buena Nueva.

        Mateo, el autor, prueba por lo que escribe que fue un testigo ocular y contemporáneo de Jesús.

Redacción del Momento Espírita con base en el capítulo Teódulo, del libro Esquina de Pedra, de Wallace Leal Rodrigues, ed. O Clarim. Brasil.
En 24.07.2008.

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