Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone Palabras que hacen la diferencia

        Muchos de aquellos que alcanzan el éxito lo deben a las palabras de estimulo de alguien.

        Una persona, un profesor, el padre, la esposa, un amigo que confió en su capacidad y lo incentivó a perseguir a sus sueños.

        A veces, es solamente un incentivo. Otras, se agrega un gesto especial que motiva a la persona a tomar una decisión y seguir adelante.

        Se cuenta que un escritor de renombre desde niño tenía un don especial para crear historias.

        Viviendo en un país donde unos pocos privilegiados tenían acceso a la instrucción, Amir se divertía leyendo historias y romances a un amigo suyo.

        En realidad, el amigo era hijo del empleado de su padre. En consecuencia, conforme la costumbre local, el niño era su empleado.

        Casi un esclavo. Siempre listo para todo. A Amir le gustaba leer. Y al otro, oír.

        En las tardes calurosas se acostaban en el césped bajo un árbol y empezaban su ritual.

        En una oportunidad, Amir pensó en hacer una trampa a su amigo.

        En vez de leer exactamente como estaba en el libro, empezó a inventar la secuencia del enredo.

        Cuando concluyó, el amigo aplaudió y le dijo: ¡Qué linda historia, Amir! Deberías leer más historias como esa.

        Amir se sorprendió. Todo había salido de su cabeza. Pero, ¿será que podría confiar en la opinión de un analfabeto?

        Por eso, al llegar a su casa, escribió su primer cuento. Una historia triste de un hombre y una mujer que se amaban.

        Pero, después de un tiempo, debido a la ambición del esposo la felicidad se diluyó, pues él prefirió cambiar las caricias de la esposa por la adquisición de sumas y sumas de dinero.

        Cuando concluyó, Amir mostró la historia a un socio de su padre. Eso porque su padre nunca había tenido tiempo para él, siempre sumergido en un mar de negocios.

        El socio llevó el cuento a su oficina y, al día siguiente, lo devolvió con un paquete.

        Cuando Amir abrió el paquete, encontró un cuaderno con capa de cuero marrón y una nota:

        Me ha gustado mucho tu historia. Dios te ha concedido un talento especial.

        Ahora te corresponde perfeccionar ese talento pues, alguien que desperdicia los talentos que Dios le concede es simplemente un tonto.

        Escribes correctamente desde el punto de vista gramatical y tienes un estilo muy interesante.

        Mi puerta está y siempre estará abierta para ti. Estoy listo para oír cualquier historia que tengas para contarme. ¡Bravo!

        Tu amigo, Rahim.

        En ese cuaderno Amir empezó a escribir sus historias.

        Años después, ya escritor consagrado, volvió a encontrar a Rahim y le habló del cuaderno marrón. Y cómo aquella nota había sido importante en su vida.

        Las palabras de los dos amigos hicieron que se decidiese por aquello que siempre había deseado, sin el apoyo de su padre.

* * *

        La palabra fue dada al hombre para grandes realizaciones. Sin embargo, algunos la utilizan para la destrucción, los hombres de sabiduría se sirven de ella para la edificación de un Mundo mejor.

        Expresándola con cariño, sostiene vidas a punto de fenecer.

        Perfeccionándola con la correcta adjetivación, incentiva al bien, a los ideales nobles.

        De esa forma, al hablar considera que la vida de muchos que te rodean puede depender de tu verbo.

        Pondera siempre antes de hablar y habla con sabiduría, edificando, estimulando, incentivando.

Redacción del Momento Espírita, con base en el capítulo 4 del libro
O caçador de pipas, de Khaled Hosseini, ed. Nova Fronteira, Brasil.
Em 29.04.2008.

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