Momento Espírita
Curitiba, 16 de Abril de 2024
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ícone La real amistad

        Un hombre que amontonara sabiduría, además de riqueza, auxiliaba diversas familias a mantenerse con dignidad.

        Sintiéndose envejecer, llamó a su hijo para instruirlo en el mismo camino de bendiciones.

        Para empezar, le pedió al joven que fuera hasta la casa de un amigo de hace muchos años, a quien destinaba 300 reales mensuales.

        El  joven viajó por algunos quilómetros y se encontró con la casa indicada. Esperaba encontrar una casita en ruinas pero lo que vio fue una casa modesta, pero cómoda.

        Flores alegraban el jardín y perfumaban el ambiente. El amigo de su padre le recibió con alegría. Después de inteligente conversación, le sirvió un sabroso café.

        Le presentó a sus hijos que se envolvían en un halo de salud y contentamiento.

        Reparando la hartura, el portador regresó al hogar sin entregar el dinero.

        ¿Para qué? Aquel hombre no era un mendicante. No parecía tener problemas. Y ha sido eso lo que le ha dicho a su viejo padre, de regreso al propio hogar.

        El padre, entretanto, después de escucharlo con calma, sacó más dinero del cofre, dobló la cantidad y le dijo:

        Has hecho muy bien en regresar sin nada entregarle. No sabía que mi amigo estaba con tantos compromisos. Vuelve a su residencia y en vez de trescientos, dale seiscientos reales, en mi nombre. A partir de ahora, es lo que le destinaré. Su nueva situación reclama recursos duplicados.

        El chico reluchó. Aquella persona no estaba en posición miserable. En el hogar del amigo había tanto confort como en el suyo.

        Me alegro en saberlo, le dijo el viejo padre. Quien socorre a un amigo solamente en los días de infortunio, puede ejercer la piedad que humilla, en vez del amor que santifica.

        Quién espera el día del sufrimiento para prestar favor, podrá eventualmente encontrar silencio y muerte, perdiendo la oportunidad de ser útil.

        No debemos esperar a que el hermano de jornada se convierta en mendigo para darle socorro.

        Eso representaría crueldad y dureza de nuestra parte.

        Todos poden consolar la miseria y compartir aflicciones. Raros aprenden a acentuar la alegría de los seres amados, multiplicándoselas, sin egoísmo o envidia en el corazón.

        El amigo verdadero sabe hacer todo eso. Vuelve pues y atiende a mi consejo.

        Nunca deseé improvisar necesitados alrededor de nuestra puerta pero crear compañeros para siempre.

        Entendiendo la preciosa lección, el chico se fue y cumplió todo lo que le había determinado su padre.

* * *

        El verdadero amigo es aquel que sabe alegrarse por todas las conquistas.

        Si ampara en la hora del dolor y de la lucha, también sabe sonreír y compartir alegrías.

        El amigo está presente en las fechas significativas y deja su abrazo como donación suya al otro.

        Incentiva siempre. Sabe callar y hablar en el momento oportuno.

        Puede estar muy distante, pero su presencia siempre está cerca.

        El verdadero amigo es una bendición de los cielos a los seres en la Tierra.

Redacción del Momento Espírita con base en el cap. 18 del libro Alvorada cristã, por el Espíritu Néio Lúcio, sicografía de Francisco Cândido Xavier, ed. Feb.
En 25.02.2008.

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