Momento Espírita
Curitiba, 26 de Abril de 2024
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ícone Eterna Navidad

        Él nació en un establo, oculto a los ojos de los poderosos de Su época.

        Su nacimiento fue anunciado a la gente simple, que traían los corazones preparados para recibirLo.

        La orquesta de los cielos se hizo presente y la ópera de los mensajeros celestiales Lo anunció a quien tuviese oídos para oír.

        ¡Jesús! Nadie que se Le igualase.

        Alto y bello, despertaba la atención por donde transitase. Los trigales se doblaban cuando Él cruzaba y los vientos iban al frente anunciando Su llegada.

        Por donde cruzó, su indeleble perfume permaneció. No comandaba guerreros, tampoco ostentaba servidores.

        La voz del pueblo Lo anunciaba y Sus cantos llegaban a los oídos de todos, aun mismo de aquellos que se hacían de los sordos.

        Su mensaje alcanzaba a los corazones y como un agricultor hábil sembró la esperanza y la fe en las tierras más áridas.

        Rey de las estrellas y Gobernador del Mundo, se hizo simple y evidenció hasta la saciedad la importancia de las pequeñas cosas, de las tareas sencillas.

        Él mismo sirvió en la carpintería, modelando  la madera. Después, sirviéndoSe de una toalla y agua lavó los pies de Sus apóstoles.

        Tomó un grano de mostaza y lo hizo símbolo de fe que mueve montañas.

        Se valió del agua pura, vertida de las fuentes cristalinas, para hablar del agua que sacia la sed para siempre.

        Tomó del pan y lo multiplicó, simbolizando la donación de la fraternidad que atiende al  hermano donde esté y con él comparte de lo poco que tiene.

        Habló de tesoros ocultos y de monedas perdidas. Recordó las profesiones menos consideradas y las utilizó como ejemplo, denominándoSe a Él mismo el Buen Pastor, que conoce a Sus ovejas.

        Nadie jamás Lo superó en la poesía, en la profundidad de la enseñanza, en la dulce entonación de la voz cantando el poema de las bienaventuranzas en el sublime palco de la naturaleza.

        Sencillo, mostraba Su sabiduría en cada detalle, ejemplificando que los grandes no necesitan de nadie que los adjetive, sino su propia condición.

        Convivió con los pobres, los desheredados, los considerados parias de la sociedad, así como visitó y disfrutó de la amistad de señores ricos y poderosos.

        Noble siempre, sin embargo simple y humilde.

        Ahora que la Navidad canta alegrías en los corazones, aún más se escucha Su voz dulce, invitando al amor.

        Por eso, las personas se mueven de forma más intensa y se donan. Son generosos y dan regalos, alimentos y abrigos.

        Es el propio ser que se olvida de si mismo y se dona. Dona las horas de su día. Con una sonrisa en los labios abre los brazos y abriga el  otro en el propio corazón.

        Descansan las armas. Silencian los combates. La paz se hace en los campos de batalla de nuestro interior y del Mundo.

        Todo eso porque Su cumpleaños se acerca. Y a pesar de ser aun infantiles en el arte de amar, todos podemos sentir que Él está presente, porque abrimos nuestro cofre del sentimiento y Le permitimos la entrada.

        Son días de felicidad los que vivimos en la Navidad. Todo en honor a un Hombre y Su mensaje.

        ¡Ah, Jesús! ¡Qué bueno sería si todos pudiéramos, por siempre, comprenderTe y hacer una Navidad eterna en nuestras vidas!

Redacción del Momento Espírita.
En 24.01.2008. 

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