Momento Espírita
Curitiba, 26 de Abril de 2024
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ícone Vivir como si no hubiera mañana

        El destino de todos los seres vivos es la muerte. Se mueren las flores, plantas, animales, personas. Hasta mismo las estrellas que nacen en una explosión de luz llegan a la finitud.

        Morimos un poco todos los días. Cada anochecer nos recuerda que un día más transcurrió en nuestra vida.

        Eso debería ser un alerta para los rumbos que damos a nuestra existencia.

        Pero, ¿por qué la muerte nos asusta de esa manera?

        El sabio se prepara para morir. Pero, para la mayoría de los seres humanos, la simple mención de la palabra “muerte” es un trauma.  No hablamos de la muerte por temor de que eso pueda atraerla.

        Sin embargo, prepararse para morir es útil. Realmente necesario. No es una actitud morbosa, pero sí de naturalidad delante del ciclo que rige la vida.

        ¿Naturalidad? Si, puesto que en nuestra vida la muerte es una certeza. Lo que ocurre es que no sabemos cuando y donde ella vendrá, pero ciertamente vendrá.

        Países, idiomas y creencias son diferentes. Pero, como una paradoja, lo que nos une a todos es la gran certeza que un día nuestro cuerpo estará muerto.

        Por eso, vale la pena pensar de manera positiva acerca de la muerte. Prepararse para ese momento inevitable.

        La psiquiatra suiza Elizabeth Kübler-Ross narra, en sus diversos libros, el sufrimiento de las personas que no se prepararon para morir o decir adiós a sus parientes y amigos.

        La médica – que se volvió famosa en todo el Mundo por sus trabajos junto a pacientes terminales – observó que la mayoría de las personas trae conflictos, asuntos no resueltos y traumas que se manifiestan en la hora de la muerte.

        Ocurre que no estamos acostumbrados a meditar acerca de nuestra propia muerte. Siempre la imaginamos muy distante.

        Por eso, dejamos pendientes los arreglos que podrían ser solucionados ahora, con tranquilidad.

        Por lo tanto, vale la pena empezar una preparación. ¿Quieres una fórmula sencilla?

        Vive como si fuera tu último día. Haz el bien, sé amable y cortés.

        No postergues para mañana las palabras de afecto y los gestos de amor. Di a tu familia cuanto la amas. Ordena tus papeles, encamina tus cuestiones.

        Si existen disgustos, olvida, perdona. Da vuelta a la página. Si existen asuntos por arreglar, aclara, conversa. En fin, arréglalos.

        No dejes ningún vacío para que un día lamentes no haber hablado en la hora adecuada.

        Vive la vida de manera sencilla y bella para que, al terminarla, no haya muchos arrepentimientos.

        El músico Renato Russo tenía una frase síntesis para esa actitud: “Es necesario amar a las personas como si no hubiera mañana.”

        En fin, mañana la muerte podrá llegar, silenciosa, a golpear tu puerta o de la persona amada. Entonces, hasta el reencuentro podrá haber una larga espera.

        Haz como el poeta Manuel Bandeira. En uno  de sus más inspirados poemas, “Consoada”, él nos habla acerca del día en que la muerte llegará y lo encontrará preparado.

        “Cuando la indeseada de las gentes llegue,

        Tal vez yo tenga miedo.

        Tal vez sonría, o diga:

        ¡Hola, ineludible!

        Mi día  fue bueno, puede la noche llegar.

        (La noche con sus sortilegios).

        Encontrará labrado el campo, la casa limpia,

        La mesa puesta, cada cosa en su lugar.”

        Que podamos, todos nosotros, aguardar la muerte con el alma liviana, la conciencia en paz, una sonrisa del deber cumplido reflejada suavemente en los labios pálidos.

        Cuando llegue esa hora, tu día y tu vida ¿habrán sido buenos?

        ¡Piensa en eso!

Redacción del Momento Espírita.
11.01.2008.

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