Momento Espírita
Curitiba, 23 de Abril de 2024
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ícone El día del padrastro

        Todos los años, en el mes de agosto, el homenaje a los padres se hace presente.

        Las tiendas hacen promociones, los restaurantes estimulan las celebraciones al “viejo padre”, las escuelas organizan actividades y teatros para el evento.

        El padre es el protector de la inocencia, de la infancia, del hogar. Uno piensa en protección y la imagen que surge habitualmente es la de un hombre fuerte, cuidando la prole.

        La cuestión es ancestral, pues siempre se encargó al hombre, por su fuerza y coraje, el tema de la protección de sus hijos.

        Sin embargo, cuando se habla del Día de los Padres, queremos recordar a aquellas almas valientes que se agregan a las familias ya existentes.

        Evocamos la figura heroica del padrastro. Esa persona que se adentra a un hogar ya formado y necesita tener el cuidado y el esmero de un consagrado cirujano.

        Él se casa con una mujer y el hijo más grande le afronta desde el primer día:

        Si molestas a mi madre, por el motivo que sea, te mando al hospital.

        El adolescente le dice, sin disimular:

         Si piensas en mandarme sólo por haberte casado con mi madre, olvídalo. No eres mi padre.

        Ese hombre debe convivir en una buena relación con su esposa y madre de aquellos dos jóvenes.

        Y busca todos los días no olvidar eso, cuidando lo que hace y lo que dice. Él sabe que pisa en terreno frágil.

        Entonces, cierto día, el joven telefonea a la casa y dice que chocó el automóvil. Él está a cincuenta kilómetros de distancia. Es de madrugada.

        Pero el padrastro, sin vacilar, le tranquiliza:

        No te preocupes, estoy en camino.

        Otro día, el joven se prepara para una fiesta y dice: ¡Necesito una corbata para combinar con esta camisa!

        El padrastro, sin quitar los ojos del diario, le dice: Elige una de las mías. Ve en el guardarropa.

        El adolescente llega a casa trayendo el boletín con malas calificaciones y después del enojo de la madre, escucha el padrastro:

        Yo entiendo de Física. Puedo ayudarte, si quieres, estudiando contigo para los exámenes de recuperación.

        Y sigue así. Día a día, paso a paso, aquella figura rara del padrastro va conquistando espacio en los corazones de los hijos de su esposa.

        ¿Qué te pareció mi novia? – pregunta uno de ellos.

        ¿Qué te pareció que haya puesto un pendiente en mi oreja?
– indaga el otro.

        Con habilidad extraordinaria, aquel hombre va diciendo lo que piensa y lo que sería mejor ya que le piden su opinión.

        No sobrepasa los límites. Conquista el respeto de forma paulatina y continua.

        Ah, padrastros de corazón de oro y paciencia inagotable. Los llevan al cine, van a los juegos de la escuela, van a hinchar por el equipo de los niños.

        Entonces, sucede: el adolescente al salir le pregunta a qué hora debe retornar a la casa.

        El joven le invita a salir juntos de vacaciones.

        Por fin, un día aquel joven arrogante que enfrentó a su padrastro, amenazándolo en caso de molestar a su madre, se dirige a ella diciéndole:

        Mamá, él es un tipo súper bueno. No hagas nunca nada que lo lastime. Lo necesitamos.

        Ese es el día de la recompensa del padrastro. El día del reconocimiento por tanta dedicación.

        Por haber asumido como suyos, hijos que no son de su carne y de su sangre.

        Por eso, cuando pensamos en homenajear a los padres, decidimos homenajear esta figura única del padrastro.

        De aquel que aun está en camino de la conquista del afecto de sus hijastros.

        De aquel que ya alcanzó un lugar privilegiado en los corazones de los hijos de su amada.

        De aquel que las madres e hijos descubrieron que es tan importante y su presencia tan especial que parece que él siempre estuvo allí.

Redacción del Momento Espírita.

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