Momento Espírita
Curitiba, 26 de Abril de 2024
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ícone Vivir con simplicidad

        Una vida simple, con placeres sencillos.¿Parece atractivo? Para algunos, la poesía de una vida sencilla es una aspiración.

        No son muchos pero aumenta cada día la cantidad de personas que buscan un estilo de vida más holgado.

        Mientras la población se muestra adepta a los beneficios ofrecidos por las ciudades, poco a poco el hombre se ve cada vez mas cansado de la rutina urbana, enloquecedora.

        Polución, atascos, ruidos. La floresta de edificios se pierde en el horizonte, cubriendo el cielo y el sol.

        Todo eso contribuye a los estreses y angustias del hombre contemporáneo.

        Cuando jóvenes, es natural que las personas busquen los desafíos y las facilidades de las ciudades, que ofrecen objetos de deseo en cada esquina.

        Son las maravillas de la tecnología, los bares de la moda, las ropas de marcas, las oficinas suntuosas, las carreras.

        Todo eso ejerce una gran fascinación. Pero, a poco, es posible observar que ese modelo se está agotando. Un cierto cansancio empieza a ser observado.

        Una expresión está ganando espacio: calidad de vida. Son cada vez más numerosos los que desean volver a los ideales de una vida simple, una casa en el campo, un contacto más cercano con la naturaleza.

        Quieren respirar el aire puro, mirar un poniente dorado, pasar noches de tranquilidad en una hamaca perezosa, mantener conversaciones al final de la tarde.

        Se tiene la sensación de que la Humanidad, finalmente, empieza a percibir que la vida es mucho más que los placeres pasajeros.

        Las causas del agotamiento del modo de vida urbano son el consumismo desenfrenado y la sensación de estar en una corrida permanente.

        En el trabajo el desafío es la competitividad que atropella el ser humano y lo consume, transformándolo en la pieza de un frío engranaje.

        Es un proceso perverso que absorbe las energías, estimula los celos y transforma en enemigos los que deberían trabajar en armonía.

        Y hay preguntas que son habituales por quienes se encuentran en ese movimiento incesante: ¿Es posible vivir con simplicidad en las grandes ciudades?

        ¿Es posible conciliar las exigencias de una carrera, de la vida social y de la familia con una rutina más amena?


        La respuesta es… ¡Si! Es posible conciliar todo eso. No es una tarea muy fácil, pero puede ser realizada.

        Eso porque la simplicidad no resulta de demostraciones exteriores. Ella es un estado de espíritu.

        No necesitamos estar vestidos con andrajos ni abrir mano a una vida normal para ser personas sencillas.

        La simplicidad está en vivir la vida sin exigencias dificultosas. Quien opta por la simplicidad, facilita el día a día.

        Muchas veces nos perdemos en detalles completamente innecesarios. Y con eso, tornamos insoportable nuestra vida y la de los demás.

        Observa con atención y descubrirás: exigimos demasiado hasta en las mínimas cosas, de las cuales ni siquiera las recordamos después de algún tiempo.

        Por eso, la opción de vivir con simplicidad es, antes de todo, una manera de agradecer a Dios por lo que recibimos.

        Simplicidad es tener sueños. Pero, si ellos no se realizan por alguna razón, aún así la vida no pierde su encanto. O sea, no obstante las tempestades la dicha permanece inquebrantable.

        ¿Deseas ser feliz? Sé sencillo. ¡Experimenta el placer de las cosas que están a tu alrededor!

        Mira hacia el cielo, ve las nubes teñidas de oro en el azul infinito.

        Escucha el sonido de las risas espontáneas, siente el frescor de un vaso de agua, el sabor de una fruta, la serenidad de una noche bien dormida.

        Observa la belleza de libros y canciones. ¿Quien dijo que no hay placer en las pequeñitas cosas que Dios puso al nuestro alcance?

Redacción del Momento Espírita

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