Momento Espírita
Curitiba, 19 de Abril de 2024
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ícone Una visita del amor

        Los tres niños llegaron al anochecer. Tristes, tenían en el semblante los dolores llorados por muchas horas.

        Tomados de las manos, se adentraron al lugar que les sería, a partir de entonces, su nuevo hogar.

        La madre había partido, en el día anterior, rumbo a la Vida Espiritual.

        El Director de la Institución los acogió y les ofreció cariño, deseoso de compensarles el afecto perdido.

        Como estaban ocupadas todas las camas, él cedió la suya para que los tres niños pudieran dormir aquella noche. Él se acomodó, de forma improvisada, en el mismo dormitorio.

        Los niños durmieron, abrazados, con el instinto de protegerse mutuamente.

        Por la madrugada, algo despertó aquel hombre. Abrió los ojos y percibió una luz intensa cerca de la cama de los niños.

        Intentó erguirse pero no logró hacerlo. Una figura femenina, envuelta en luz resplandeciente, le dijo:

        “No te muevas. Quédate ahí. Los niños están bien.”

        Ella se detuvo especialmente al lado del más pequeño de los niños. El más desalentado de los tres. Permaneció allí durante algún tiempo. El Director, cansado, volvió a dormir.

        Cuando la mañana sonrió, entrando jovial por la ventana, él despertó a los niños.

        Mientras ayudaba al más pequeño a vestirse, percibió que él estaba muy callado. En cierto momento, el niño le preguntó:

        “Señor, mi madre vino a visitarme ayer por la noche. ¿Usted la vio?”

        El Director lo estrechó en los brazos y asintió:

        “Si, mi hijo. Yo la he visto.”

* * *

        La muerte no destruye los afectos, tampoco las relaciones.

        Muchas de las personas que dejan el cuerpo prosiguen, de donde se encuentran, a velar por aquellos que permanecen en la Tierra.

        Amores profundos se perpetúan y donde se encuentre un corazón dolorido y nostálgico, el ausente amado se hace presente.

        Nadie está solo en el Mundo, sin embargo, la pobreza de los sentidos ni siempre nos permite sentir la presencia de los seres amados que partieron.

        No obstante, cuando nos viene a la mente la imagen de aquellos que hicieron el gran viaje; cuando el recuerdo de los amores, repentinamente, nos emociona; cuando la nostalgia embala los recuerdos…cree: los amores están cerca.

        Sus presencias accionan nuestros registros mentales y motivan esos estados dulces y consoladores.

        Cuando eso ocurra con usted, cierre los ojos, sienta el perfume del amor besarle la frente, y agradezca a Dios por la bendición del reencuentro.

        Después, mitigada la añoranza, seque el llanto, sonría y prosiga en las luchas, esperando en el tiempo el reencuentro definitivo, cuando usted también cruce el portal de la muerte.

Redacción del Momento Espírita, con base en el capítulo “A visita da mãe a um órfão”, del libro “O estranho e o extraordinário”, de Charles Berlitz, ed. Best Seller, Brasil.

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