Momento Espírita
Curitiba, 18 de Abril de 2024
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ícone Cuando todo sale mal

        ¿Qué se debe hacer en el día en que todo parece salir mal?

        Hay quienes dicen: Me desperté con el pie izquierdo.
        Se entiende que, quien habla así cree que un pie es más valioso que el otro.

        Se olvida de que ambos pies son preciosos, pues son la base que soporta el peso del cuerpo, sostenido por las piernas.

        De cualquier manera, en esos días en que todo parece que va a salir mal, porque empezó mal, ¿qué hacer?

        Primero: rechazar la idea de una persecución de Dios a Sus hijos.

        Los hechos no salen mal porque Dios así lo quiere.

        Salen mal porque nosotros, Sus hijos, actuamos erradamente.

        Veamos. ¿Despertaste retrasado por la mañana? ¿Quién es el culpable?

        No es el despertador que dejó de sonar o sonó más tarde.

        La cuestión es tuya, porque tú programas las funciones del aparato.

        Por lo tanto, no hay porque enfadarse. Lo que ocurra seguidamente, para mejor o para peor, es decisión tuya.

        Puedes despertarte de un salto, ponerte de pie, salir a las tontas de tu habitación y… golpearte en la puerta o contra un mueble.

        Si pensaras que nada traería de vuelta los minutos que se fueron, despertarías con calma y harías todo más despacio.

        Cuando tienes prisa e intentas hacer varias actividades al mismo tiempo, hay muchas posibilidades de que ocurra algo desagradable.

        La leche derrama ensuciando la cocina, te hieres al afeitarse, el botón de la camisa se cae cuando intentas abrocharlo con violencia.

        Por fin, la lista es casi interminable. Y la culpa, seguramente, no es de Dios.

        Haz todo con calma. ¿El auto no arranca?

        Verifica el porqué y arréglalo, si posible, sin estresarte.

        ¿Perdiste el horario del autobús?

        Recuerda que tu ansiedad o irritación no hará que el siguiente se adelante. Espera.

        Si necesario, avisa a tu superior, tu jefe, a tu cliente del retraso.

        Si perderás una clase, un examen, ya no hay caso. ¿De qué te vale gritar, enfadarse? Nada traerá de vuelta los minutos perdidos.

        La palabra ya dice: perdidos.

        ¿El tránsito está atascado? No hagas tonterías, no violes las normas del buen conductor.

        Ten siempre a mano un libro, una revista y aprovecha el tiempo.

        ¿La lluvia te sorprendió en el trayecto? Espera un poco. Todo pasa. La lluvia también.

        Esperar un poco no debe causarte mayor preocupación.

        Por fin, sé responsable siempre y piensa que está en tus manos permitir que todo vaya bien o no.

        Que todo se arregle, poco a poco, o no.

        Finalmente, piensa: no vale la pena perder preciosos minutos de la vida por el estrés, irritación o impaciencia.

        Dios desea tu felicidad. Colabora con Él en esta conquista.

* * *

        Todo en el Universo traduce armonía, precisión. Los planetas obedecen sus trayectorias y cada cual se ajusta en la línea del deber que le es propia.

        Los astros giran, las estrellas lanzan su luz al espacio. Todo obedece al Padre Mayor de todos nosotros.

        No seamos distintos. Armonicémonos.

        Colaboremos con nuestra propia felicidad.

        Y pensemos cada día: Hoy todo resultará bien. Perfectamente bien. Haré lo posible para que todo salga bien.

Redacción del Momento Espírita

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