Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone El límite de cada uno

 

El niño miraba las gotas de la lluvia que golpeaban con suavidad la ventana.

Aunque su mirada permanecía fija, su madre percibió que su pensamiento estaba muy lejos de allí.

Se acercó al pequeño, y acariciando sus cabellos preguntó con dulzura:

¿Algún problema, hijo mío?

El niño se acomodó en el regazo de su madre y susurró: Nada, no pasa nada.

No obstante la respuesta negativa, su  actitud indicaba que algo no iba bien. La madre conocía muy bien a su hijo. Sabía que algo le perturbaba.

Le abrazó con cariño y aguardó que empezara a hablar por si mismo. El hecho de estar receptiva y atenta motivaba al niño a hablar espontáneamente.

Pronto se inquietó en sus brazos, y sin mirarle a los ojos dijo: No quiero participar en la función del teatro este año.

La madre le cogió la mano, y sentándose  trajo al pequeño a su regazo.

¿Por qué, hijo mío?

Molesto, él escondió el rostro en el hombro materno evitando la respuesta.

¿No te parece que será divertido? – insistió la madre.

Moviendo la cabeza tímidamente, él respondió: Yo creo que sí, pero uno de mis compañeros  me dijo que jamás lograré  memorizar todos los diálogos.

La madre estrechó al niño en sus brazos y le dijo con ternura: ¿Y tú,  hijo mío? ¿Estás de acuerdo con él? ¿También crees que no eres capaz de memorizar los diálogos?

Su tono de voz era sereno.

El niño alzó los ojos y encontró los de su madre, que le miraban cariñosamente.

Sabes, durante tu vida muchos intentarán decirte lo que  puedes o no puedes hacer. Querrán hacerte creer que saben más de ti de lo que tú mismo. Te dirán  muchas cosas buenas, y otras muy fútiles.

Casi siempre, esas personas harán eso por envidia, celos, o por simple ignorancia. Ellos no tienen condiciones de saberlo todo, ni tampoco de conocer en profundidad a los demás.

Muchas personas solamente hablan por hablar o para herir.

Lo que importa, hijo mío, es que tengas la capacidad de no dejarte influenciar por esas palabras.

Si reflejan o no la verdad solamente tú lo sabrás, y solo tú tienes la capacidad de establecer cual es tu límite.

Solo tú puedes decir hasta donde tu trabajo y tu esfuerzo pueden llevarte.

Los ojos del niño se llenaron de lágrimas, emocionado por la confianza transmitida.

Besó tiernamente el rostro de su madre, y le agradeció sonriendo el mensaje que habría de grabarse para siempre en su corazón.

*   *   *

Los medios de comunicación nos indican los modelos vigentes.

Ídolos pasajeros dictan modas y jergas.

Todos en algún momento, se consideran con derecho a juzgar a los demás y apuntar sus destinos.

Sin embargo, solo siguen esta ola desgobernada aquellos que así lo desean.

Quien no hace el esfuerzo por reflexionar y mantenerse firme en sus convicciones, puede ser arrastrado  por esas locuras.

Pero, ese no es el caso de quienes se conocen a si mismo y definen sus propios objetivos. Estos establecen sus propios límites y buscan sus sueños con voluntad y determinación.

Sus debilidades podrán requerir más empeño y dedicación, pero jamás serán elementos impeditivos impuestos por terceros.

Cada persona es responsable por sus propios errores y aciertos.

En eso consiste el mérito de cada ser.

 

Redacción del Momento Espírita

 

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998