Momento Espírita
Curitiba, 29 de Março de 2024
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ícone Un tesoro especial

En la Epístola a los Efesios, capítulo 5, versículos 14 al 17, Pablo de Tarso proclamaba a los hombres lo siguiente:

“Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.

Andad prudentemente, no como los necios y, sí, como los sabios, aprovechando el tiempo, porque los días son malos.

No os tornéis insensatos, sino buscad comprender cual es la voluntad del Señor.”

El apóstol Pablo indicaba el ideal cristiano, como siendo la sublime meta a ser alcanzada por el hombre.

Al decir que “los días son malos”, se refería a los problemas, a las dificultades cotidianas que, ayer como hoy, señalan nuestras existencias.

Muchos son los dolores que afligen nuestros días. Pruebas y expiaciones son características constantes del mundo en que vivimos.

Por eso, debemos conducir nuestros pasos con cautela, no como los insensatos que no saben lo que hacen.

Debemos cultivar la reflexión, rescatando el tiempo perdido en las veredas de los errores.

El tiempo es un tesoro de valor inestimable concedido a todos, por Dios, indistintamente.

Los minutos, los días, los siglos tienen la misma duración para todas las personas.

Pero, ¿cómo utilizamos ese tiempo?

En fin, la manera como utilizamos el tiempo es lo que cuenta, según el resultado.

¿Utilizamos bien nuestro tiempo o solamente lo desperdiciamos? “Matamos” el tiempo, valiéndonos de meros pasatiempos, ¿o lo invertimos como una moneda valiosa capaz de traernos grandes ganancias?

Donde estemos, podremos adquirir valiosos patrimonios de experiencia y de conocimiento, de virtud y de sabiduría.

Por lo tanto, no podemos permitir que los minutos transcurran de forma improductiva.

Muchas personas llevan la vida como si estuviesen  sumergidos en un aparente  sonambulismo, entretenidos en el sueño de la ilusión.

Permiten que transcurran los siglos, sembrando solamente inconsecuencias y vicios, comprometiendo el futuro con la cosecha inevitable de sufrimientos.

Es imperioso, por lo tanto, que aprovechemos las horas. Podemos comenzar intentando corregir nuestras propias imperfecciones.

Los vicios, por ejemplo, no representan solamente pérdidas, sino también,  comprometimiento del tiempo futuro.

¿Cuántos minutos pierde el fumador, por año, en el ritual de las fumadas de la nicotina?

¿Cuántas horas necesita trabajar para mantener su vicio?

¿Cuántos días acortará la existencia,  por las enfermedades provocadas por el  tabaco?

¿Cuántos años sufrirá, aun después de la propia muerte, para reequilibrar su Espíritu?

¿Y el calumniador? ¿Cuántos minutos pierde diariamente divagando acerca del comportamiento ajeno?

Y después, ¿de cuántas existencias necesitará, para reparar los males sedimentados en si mismo?

¡Son muchas las opciones para quiénes pretenda perfeccionar el Espíritu!

Tantas otras son las oportunidades diarias que surgen para quiénes tienen “ojos de ver y oídos de oír.”

Disciplinar palabras y emociones.

Ejercitar actitudes de humildad.

Entrenar la paciencia.

Ampliar los conocimientos.

Contener la lengua que hiere…

Esas son algunas sugerencias iniciales para quien se disponga a aplicar su valioso tiempo, con real provecho para uno mismo.

Eso es muy importante, porque Dios ofrece la bendición del tiempo para las experiencias humanas, pero, temprano o más tarde, rendiremos cuentas a la Divinidad, según la manera como utilizamos ese precioso regalo.

Pensemos en eso, desde ahora.

 

Redacción del Momento Espírita, con base en el cap. “O grande tesouro”, del libro “Uma razão para viver”, de Richard Simonetti, ed. São João, Brasil.

 

Traducción: Vera Regina de Sousa, Miguel Angel Gill y Lincoln Barros de Sousa

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