Momento Espírita
Curitiba, 19 de Abril de 2024
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Se cuenta que cierta vez un hombre se acercó a Dios y le pidió que le aclarara algo de la creación que lo dejaba con dudas, y que de acuerdo a su punto de vista, no tenía ninguna utilidad, ningún sentido...         

Dios  lo atendió y le preguntó cuál era la falla que había notado en la creación.

- Señor Dios, dijo el interesado, su creación es muy hermosa, muy funcional, cada cosa tiene su razón de ser...

-Pero, aunque haga un esfuerzo para entender su finalidad, hay algo que me parece no servir para nada.

- ¿Y qué es eso que no sirve para nada?  le preguntó Dios.

- El horizonte, contestó el hombre.  

- Al fin de cuentas ¿para qué sirve el horizonte?

- Si camino un paso hacia el horizonte, él también se aleja un paso de mí.

- Si camino diez pasos, él se aleja otros diez pasos...

- Si camino kilómetros en su dirección, él se aleja los mismos

kilómetros de mí...

- ¡Eso no tiene el menor sentido! El horizonte no sirve para nada.

Dios miró a su ingenuo hijo, sonrió y le dijo:

- Pero justamente es para eso que sirve el horizonte... "para hacerte andar."

Tantas veces nosotros nos acomodamos en nuestros estrechos límites que olvidamos de andar algunos pasos hacia el horizonte, que nos invita incesantemente a caminar.

Cuando nos esforzamos para superar nuestros propios límites, surgen nuevas oportunidades para que avancemos hacia el infinito que Dios nos reserva como meta de perfección 

De esta forma, si tú estás paralizado por la falta de perspectivas que te incentiven a seguir adelante, a la búsqueda del auto-perfeccionamiento, mira hacia delante y oye el llamamiento del horizonte.

Contempla las estrellas y desea alcanzarlas: eso no es un sueño imposible.

Tú eres hijo de Dios, por lo tanto, heredero del universo. Heredero de las estrellas, de los mundos que gravitan en los espacios infinitos, invitándonos a seguir adelante, venciendo los obstáculos naturales que se presentan en el camino de la evolución.

Pero para lograr ese intento, es necesario esfuerzo y perseverancia. Es preciso tener ganas de romper con las amarras que a lo largo de los siglos nos mantienen sujetos a las bajas esferas de la experiencia carnal. 

Y recuerda, siempre, de que cada paso que des en dirección al horizonte, él se alejará más y más,  para que tú continúes caminando.

Y, cuando logres alcanzar el horizonte, es porque habrás alcanzado la línea  máxima de la perfección  que la escuela llamada tierra te puede brindar.

Y, en ese instante nuevos horizontes se abrirán, desafiando siempre y siempre a los que tienen el coraje de avanzar, de seguir en la dirección de la luz, de la perfección que el Maestro de Nazareth nos invitó, al decir “sed perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial”.  

 

***

 

Lanza tu mirar al infinito y, aunque las nubes o las lágrimas no te permitan ver las estrellas, di como quien tiene seguridad:

 

Soy heredero de las estrellas,

Yo soy hijo del Señor,

Cultivo sueños de belleza,

En la grandeza del amor.

           

Con las estrellas siempre sueño

Y en ellas veo brillar

La viva esperanza de un día,

Junto a ellas poder estar.

 

Ver cosas tan sublimes

De la patria espiritual,

Morada verdadera

Del Espíritu inmortal.

           

No importa cuánto espere

Sé que no voy a perderlas,

Pues soy hijo del Señor,

Y heredero de las estrellas.

 

Equipo de Redacción de Momento Espírita.

Poesía de Edson Agostinho.

Versión en español: Roberto M.L. Roca / AD LITTERAM

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